Godot ha llegado
Un país tropical
Las próximas elecciones en Estados Unidos cuentan ya con todas las características de la política electoral de los países latinoamericanos.
El caos y la incertidumbre con la que están por arrancar las elecciones en Estados Unidos debería ser acompañada con la música de fondo de Sergio Mendes y su Brasil ´66. Digo esto porque, por un lado, es preferible disfrutar de las mismas que angustiarse, y segundo, porque la política electoral del país más poderoso del hemisferio occidental oficialmente se ha “tropicalizado”.
Este fenómeno ha sido un proceso que ha venido de la mano con un declive fuerte de la política exterior de los Estados Unidos y su declive en el mundo, que va de la mano de un sistema liberal internacional que ayudaron a construir después de la Segunda Guerra Mundial y que ahora se encuentra en coma inducido. En el caso de la Casa Blanca, su caída libre en la comunidad internacional inicia puntualmente con la segunda administración de Barack Obama y se ha venido prolongando desde entonces. Trump pudo tener aciertos, pero solo cuatro años en el poder, la ausencia de una doctrina de política exterior (igual que Obama) y su confusa “Tuitplomacia” fueron revertidas por una administración Biden que ha sufrido los efectos de ocho años de caos sumados a sus propios errores.
La política exterior siempre puede enderezarse y acoplarse al presente para retomar liderazgos o llenar vacíos que otros buscan llenar. Pero esto es difícil bajo el actual estado de la política partidista en Estados Unidos. Pasamos del caso de un candidato que desde hace varios meses ha mostrado un claro declive en sus capacidades físicas y cognitivas para aguantar una campaña electoral y mucho menos cuatro años como presidente de Estados Unidos. A pesar de los esfuerzos de la Casa Blanca, tuvo que ser el debate del pasado 27 de junio el que lograra demostrar lo que el mundo ya sabía: Joe Biden ya no está en condiciones de seguir en la vida pública. Menos de 24 horas después del debate, funcionarios, activistas, financistas demócratas pegaron el grito al cielo, demostrando lo quebrado que está el partido.
La política interna de Estados Unidos es ahora la de un país tropical como los nuestros y es importante retratarla así, pero con el ritmo adecuado.
En la otra esquina, el partido de Donald Trump o trumpista, porque, seamos honestos, el partido republicano tradicional ya no existe porque es ahora el partido de Trump. Es más, al elefante que los simboliza le deberían poner un peluquín naranja para que sea más representativo. Trump inició con una estrategia clara, no desgastarse y dejar que Biden solo se autodestruyera, y en eso sufre un atentado. El candidato republicano que representa a más de 40 millones de ciudadanos y es el favorito para ganar las elecciones sufre un atentado contra su vida y el evento pasa como si fuese otro día en la oficina.
A pesar de la indiferencia, lo que parecía un acto que le entregara en bandeja de plata la presidencia a Trump, este no lo ha sabido aprovechar, en parte, porque el factor principal de su estrategia de campaña cambió y ahora tiene que preparar a la vicepresidenta, Kamala Harris, y ya no a su acérrimo rival, Joe Biden, y de repente no sabe qué decir, más que repetir el mismo discurso con el que lleva 8 años. A sus votantes los tiene asegurados, pero no ganará nuevos, mientras que Harris se ríe, en parte, porque eso hace siempre, pero tampoco propone temas de fondo. Cómo cambian las cosas, pues Washington siempre nos dice cómo hacer las cosas y ahora nos copian porque la política interna de Estados Unidos es ahora la de un país tropical como los nuestros, y es importante retratarla así, pero con el ritmo adecuado. Entonces, querido lector, disfrute su domingo y las elecciones en el norte al ritmo de Sergio Mendes y Brasil ´66, en espera de los próximos episodios. ¡Feliz domingo!