PRESTO NON TROPPO
Un cuarto de siglo de producción
Aquel grupo de amigos se acercó para preguntarme si me haría cargo de la producción de un disco que querían grabar. Antes de ese momento, nadie había plasmado un registro fonográfico específico de la obra renacentista de Huehuetenango: música misional guatemalteca de finales del siglo XVI y principios del XVII. Sin dudarlo, acepté.
De la producción y la publicación del compacto, que se denominó El repertorio de San Miguel Acatán, se cumple un cuarto de siglo este año. Fue la afortunada colaboración artística que ya hemos reseñado anteriormente en este espacio, de La Cantoría de Tomás Pascual y el Cuarteto Contemporáneo. Cuatro años después, en un siguiente disco, el cuarteto abarcaría por su cuenta un período mucho más extenso en la creación nacional, Música guatemalteca 1582-1990. Un proyecto similar se concretaba década y media más tarde, con Música guatemalteca 1820-2003, precedido por la banda sonora de la película Qak’Aslemal; y, a fines del año pasado, Exorcismo, con siete piezas de cámara de Joaquín Orellana. Tal como se puede apreciar, en estilos muy variados.
' Por esa razón deben continuar con la labor de estudiar y difundir la música guatemalteca.
Paulo Alvarado
El cambio de milenio se vio plasmado en otras tres placas muy diferentes. La primera, una colección de Canciones para Días de Lluvia; otra, con música barroca de El Quiché, El Repertorio de San Sebastián Lemoa; una tercera, con un CD doble que contiene la música para 18 obras de teatro y danza, El Actor etéreo. Las temporadas siguientes verían, por aparte, la realización de El Repertorio de Catedral, Viaje musical por Guatemala, Una nueva Marimba, El Clarinete guatemalteco, El Violonchelo guatemalteco y Diálogo introspectivo. Estos seis títulos equivalen a un disco adicional cada dos años, a partir de mediados de la década anterior. Para el actual 2019 está contemplado el lanzamiento de una antología de música coral, además de la banda sonora de una nueva coreografía aún sin estrenar. Hablamos de una quincena de producciones en el formato de disco compacto, todo muy diverso, pero siempre con música de Guatemala.
La inquietud que me ha movido a compartir este listado con quienes nos encontramos acá domingo a domingo, surgió a causa de una interrogante que me han planteado en diversas oportunidades. ¿Por qué registrar y promover exclusivamente música guatemalteca en CD? Tras 25 años como productor musical de estos artefactos culturales –aparentemente condenados a la desaparición por la tendencia actual a recurrir a plataformas virtuales– evoco las palabras del violonchelista del Cuarteto Ysaÿe de Francia, cuando esa prestigiosa agrupación aceptó que les ofreciéramos una audición de obras nacionales, durante la única visita que efectuaron a nuestro país. “Todo mundo, incluso el Cuarteto Ysaÿe, interpreta y graba música europea y estándares aceptados por el público”, nos dijo. “Pero, ustedes, por esa misma razón, deben continuar con la labor de estudiar y difundir la música guatemalteca.”
Evidentemente, no es cuestión de grabar cualquier producto por el mero hecho de haber sido creado localmente. Aunque la relevancia histórica y contextual es importante, no es suficiente; el parámetro decisivo habrá de ser siempre el valor estético. En ese sentido es donde pesa un cuarto de siglo de andar en la tarea de producción. No es únicamente hacer que cobre existencia el disco, sino escuchar y aprender. Escuchar atentamente de quienes puedan guiarnos y aprender de quienes representen de mejor manera la expresión nacional en el ámbito del arte. ¿Otros 25 años más de producción? Hacia eso vamos.