La buena noticia

Un camino profundo de fe

Una gran diversidad de elementos culturales se entrelazan con el fin de expresar la fe.

Hace poco, con la celebración del miércoles de ceniza, dio inicio el tiempo de Cuaresma.   Algunos dicen que es el día más concurrido del año, ya que las iglesias se abarrotan con la presencia de miles de devotos.  También los días estivos se empiezan a notar, y en Guatemala la época está llena de abundantes y singulares tradiciones.

Es necesario dejarse iluminar por la Palabra de Dios predicada oportunamente en estos días.

Lo más característico de este tiempo es el fervor religioso.  Una gran diversidad de elementos culturales se entrelazan con el fin de expresar la fe.  El resultado es un impresionante entramado de imágenes, sonidos y hasta aromas inconfundibles.  Cada uno de esos elementos bien encaminados interpelan de manera eficaz la sensibilidad de los participantes, aportándoles una experiencia religiosa singular.  A esto le llamamos religiosidad popular.

En Guatemala, las manifestaciones populares de fe adquieren rasgos asombrosos.  Las principales tienen lugar en torno a la celebración de la Pascua.  Los acontecimientos de la pasión de Cristo son los que más hondamente han permeado el corazón del pueblo.  Sin duda, por eso las veneradas “imágenes de pasión” tienen un protagonismo particular durante toda la Cuaresma.   Cristos sufrientes, cautivos, flagelados y crucificados son contemplados y “velados”.  Los más queridos: nazarenos y sepultados.  Todos llevan un nombre, un título, un epíteto.  A cada uno le acompaña una “virgen”, Santa María en sus dolores, en su soledad.  Y para cada uno, en día señalado, se dedica un cortejo procesional.

Desde las grandes ciudades hasta los pueblos más lejanos, en espléndidos santuarios o sencillas ermitas, con monumentales andas o modestos cortejos, las comunidades parroquiales y las hermandades preparan con esmero lo necesario para esta época. En general, la organización es compleja y acuciosa. Pocas cosas en este país logran provocar tal agregación de personas tan diversas y numerosas. 

Interpretar o definir la estética de la Semana Santa en Guatemala no siempre es tarea fácil.  Su evolución ha sido constante.  No han faltado situaciones en las que la imaginación desprovista de formación ha dado lugar al mal gusto.  Pero también se percibe un renovado empeño en valorar la calidad artística de los diversos elementos que se utilizan.  En el mar abundante de decoraciones barrocas y la profusión de “duroport y purpurina”, los elementos principales siguen siendo las impresionantes “imágenes de pasión”.  Las más representativas surgieron del profundo sentido religioso del pueblo y el genio artístico de los mejores escultores de la desaparecida “escuela antigüeña”.  De este modo, a través de las artes visuales, el evangelio encontró, y sigue hallando en Guatemala, un cause válido para penetrar el corazón y las mentes de los fieles.

El significado de la Cuaresma no se agota únicamente en las valiosas manifestaciones de religiosidad popular.  El creyente descubre que la Cuaresma también es un camino profundo de fe fundado en la escucha de la Palabra de Dios y en la celebración del misterio pascual de Cristo, a través de los signos sacramentales.  Para entender el significado de la religiosidad popular y dar sentido a sus diversas manifestaciones, hay que insistir en la centralidad de Cristo y su misterio de salvación. Es necesario dejarse iluminar por la Palabra de Dios predicada oportunamente en estos días. 

La adhesión a Cristo es fundamental y la transformación de la vida mediante la conversión es la consecuencia natural.  Precisamente por eso la Cuaresma es un tiempo de lucha contra el mal y el pecado, es tiempo de ayuno, de limosna y de oración.

ESCRITO POR:

Tulio Omar Pérez Rivera

Licenciado en Teología Litúrgica por la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma. Durante varios años fue párroco en zonas indígenas cakchiqueles. Actualmente es obispo auxiliar de Santiago de Guatemala.