A CONTRALUZ

Un alacrán en la camisa

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Bien dicen que los buenos modales y la cortesía no pelean con nadie. Sobre todo, si se trata de funcionarios de alto nivel que se deben respeto mutuo y cuyas expresiones son percibidas por la población. La fiscal general, Consuelo Porras, no parece tener la más mínima noción de protocolo y etiqueta. El pasado martes la ciudadanía fue sorprendida por un video de Porras, divulgado en las redes sociales, en el que sin decir agua va le declara la guerra a tambor batiente al presidente Bernardo Arévalo, luego de que este le extendiera una invitación para hablar sobre temas puntuales. En una actitud altanera, abusiva y alzando la voz, la fiscal general dijo que no está subordinada a ningún funcionario y que no renunciará. En el video se le observa despotricando como se si dirigiera a un enemigo mortal al que debe destruir y no al presidente de la república. ¿Se tiene que llegar a este nivel tan desagradable en el que alguien demuestra su desprecio y rechazo a otra persona, en forma pública?

' La fiscal general obstruyó investigaciones de casos de corrupción del presidente Giammattei y la cleptocracia.

Haroldo Shetemul

Claro, son otros tiempos. La fiscal general que se reunía con los presidentes Jimmy Morales y Alejandro Giammattei era totalmente diferente. Porras era obsequiosa y servil. En una oportunidad le llamó la atención al extitular de la Fiscalía Especial contra la Impunidad, Juan Francisco Sandoval, porque, le dijo, debía dirigirse de “forma respetuosa y cordial” en asuntos presidenciales “conforme a la alta investidura que tiene el señor presidente”. Porras no solo se dejaba ver en actividades oficiales, junto a Giammattei, sino que lo visitaba en forma reiterada en la Casa Presidencial. Giammattei le hacía cosquillas en el oído al decirle que era su amiga y quizá por esa amistad la fiscal general no permitió que se investigara ningún caso de corrupción que involucrara a ese mandatario y su conviviente, Miguel Martínez. Esa obstrucción también incluía evitar investigaciones contra Leyla Lemus, ex secretaria general de Giammattei y ahora magistrada de la Corte de Constitucionalidad.

¿Por qué Porras tiene esa actitud de rechazo hacia Arévalo? En los últimos seis meses, el ahora mandatario fue el objetivo de Porras. La fiscal general se convirtió en el rostro visible de la alianza criminal, encabezada por Giammattei, que pretendía evitar que Arévalo tomara posesión de la Presidencia. No pudieron y Porras aún no dirigiere el amargo sabor de la derrota. Arévalo también le recuerda las multitudinarias manifestaciones que exigían su renuncia y a las que quiso aplastar por medio de la Policía y el Ejército. Arévalo es un vivo recordatorio de que ella perdió la visa para entrar a Estados Unidos porque el gobierno de ese país la declaró corrupta y antidemocrática. Solo de esa manera se puede entender que, ante una invitación presidencial, ella se expusiera públicamente como una mujer hepática, hostil y amenazante.

¿Es posible la coexistencia entre Porras y Arévalo? El escenario que dibujó Porras a partir de su más reciente discurso evidenciaría que ella no ha perdido la esperanza de acabar con el nuevo gobierno. Su actitud irrespetuosa de enviarle al presidente un documento, firmado por un empleado de segunda, en el que en lugar de responder a sus solicitudes de información pareciera burlarse de él con paja legalista, la pinta de cuerpo entero: ella es un alacrán en la camisa del presidente. Aparte de eso, Porras destruyó la carrera fiscal, obstruyó investigaciones, manipuló datos y estadísticas y convirtió al Ministerio Público en una agencia de persecución política contra la prensa y los opositores del anterior régimen. Porras ha dado, frente a la opinión pública, muestras de que es una persona prepotente que ostenta el título de doctora obtenido con una tesis plagiada y que utiliza al Ministerio Público para amenazar y vengarse. En síntesis, Porras es una amenaza a la gobernabilidad del país.

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.