a contraluz
Ubico y la narcocleptocracia
Ubico era un miembro distinguido del Pacto de corruptos que pretendió dar un golpe de Estado el año pasado.
El 3 de marzo del 2021, el diputado José Armando Ubico fue acusado por un jurado federal de Texas de estar involucrado en el trasiego de drogas, lo cual era un secreto a voces en Guatemala y a la clase política la tenía sin cuidado. Al fin y al cabo, Ubico no era el único narcodiputado que contaba con el respaldo del presidente Alejandro Giammattei y la Junta Directiva del Congreso, presidida por Álvaro Arzú Escobar. Tan así, que el ministro de la Defensa, general Henry Yovani Reyes, lo condecoró con la Orden de la Monja Blanca, de primera clase, el 11 de marzo del 2022, o sea un año después de haber sido señalado de estar implicado en el tráfico de estupefacientes. Algo que pudo ser un escándalo político porque el Ejército premiaba a un narco, pasó sin pena ni gloria. Es más, el general Reyes, en una segunda oportunidad, le dio un trofeo para reafirmar esos lazos de amistad.
Ubico era un miembro distinguido del pacto de corruptos que pretendió dar un golpe de Estado el año pasado.
El diputado Ubico presidió la comisión de Defensa durante la gestión de Arzú Escobar como presidente del Congreso. Ese parlamentario ya había purgado una pena de 46 meses de prisión en EE. UU. por trasiego de heroína, se entendía que había expiado sus culpas y se conducía por la senda del bien. Pero, como dice el dicho, gallina que come huevos, aunque le quemen el pico, Ubico continuó con sus operaciones ilícitas. La Fiscalía de Texas presentó una solicitud de extradición en su contra, con base en declaraciones de tres narcos guatemaltecos que aseguraron que ese diputado recibía pagos de entre US$40 mil y US$50 mil para evitar que las fuerzas de seguridad patrullaran en las cercanías de las pistas donde aterrizaban aviones cargados con cocaína. ¿Cómo podía ofrecer esos servicios? Muy fácil, Ubico operaba gracias a la amistad que se había granjeado con Giammattei, quien lo consideraba “amigo” y “aliado”, y no digamos por sus vínculos con el Ejército.
A Ubico le queda muy bien la expresión “virtudes públicas, vicios privados” porque en el Congreso seguía las directrices emanadas de Giammattei. Esas que promovía la antigua alianza oficialista que eran un dechado de virtudes, como declararse muy cristianos, profamilia, conservadores, contrarios de la supuesta “ideología de género” y anticomunistas a morir. Eran ejemplos de pureza y alejados de todo mal. Pero en privado afloraban la corrupción e impunidad más desbocadas. O como en el caso de Ubico, quien además de ayudar a los narcos sudamericanos a que bajaran sus aviones cargados de droga, también formaba parte de una banda de narcos que operaba en Guatemala, Suchitepéquez, Escuintla y Quiché. Cuando se supo tal hecho en el 2021, el Ministerio Público, dirigido por Consuelo Porras, miró para otro lado y no lo investigó. ¿Cómo lo iba a perseguir si era amiguísimo de Giammattei?
Durante un año, Ubicó luchó por evitar su extradición a EE. UU., pero ya no pudo hacer nada porque la otrora alianza oficialista de Giammattei perdió el poder. El pasado miércoles se declaró culpable de narcotráfico en un juzgado de Texas y el fiscal federal le dijo que había traicionado a su país cuando decidió asociarse con narcotraficantes y funcionarios corruptos. En realidad, ese señalamiento es extensivo a los aliados políticos de Ubico, tanto en el Legislativo como en el Ejecutivo. La antigua alianza integrada por los partidos Vamos, Unionista, Valor, Todos y UNE, entre otros, sabía que Ubico era un narco y aun así lo promovió a la comisión de Defensa. Ubico era un miembro distinguido de esa alianza que también contó con otros diputados implicados en el crimen organizado, por lo que pasaron a conformar una narcocleptocracia, que el año pasado pretendió dar un golpe de Estado para evitar que Bernardo Arévalo tomara posesión de la Presidencia. Narcos y corruptos pretendían extender su permanencia en el poder en forma indefinida.