Imagen es percepción

Trump y Kamala, una batalla de imagen

Más allá de los argumentos, en la política moderna, la imagen y la percepción pública son igualmente cruciales.

El reciente debate entre Donald Trump y Kamala Harris no fue solo un enfrentamiento de ideas, sino una batalla por la imagen y el control del escenario. Ambos llegaron preparados, pero su desempeño estuvo marcado más por su lenguaje no verbal, y su capacidad para controlar la situación, que por las palabras pronunciadas.

Por muy mediático que sea un debate político, son los votantes quienes siempre tienen la última palabra en las urnas.

El vestuario de ambos transmitió mensajes contundentes. Donald Trump, fiel a su estilo característico, apareció con un traje azul, perfectamente cortado, y una corbata roja vibrante. Esta combinación clásica, que ha usado en múltiples ocasiones, no es casual. En el lenguaje simbólico, el rojo representa fuerza, energía y determinación, mientras que el traje azul oscuro evoca autoridad y seriedad. Se presentó como un líder listo para dominar el debate, proyectando una seguridad inquebrantable.

Harris, en cambio, optó por un conjunto más sobrio, en tonos oscuros, pero sin elementos que destacaran visualmente. Su vestimenta transmitía profesionalismo y discreción, pero carecía de la agresividad visual que Trump proyectaba. Aunque algunos podrían interpretar su estilo como una apuesta por enfocarse en el contenido de sus argumentos, el impacto visual es crucial. La falta de detalles llamativos en su atuendo contrastó con la presencia dominante de Trump y, desde el inicio, esto la colocó en una posición de desventaja simbólica.

El lenguaje corporal fue otro elemento decisivo en el debate. Trump, con sus gestos amplios y su postura erguida, proyectaba confianza y dominio. Su uso de las manos para enfatizar puntos clave, y el contacto visual constante con la audiencia, reforzaron la imagen de un hombre seguro de su lugar en el escenario, aunque optó por no dirigir su mirada a Kamala, en ocasiones puntuales. Cada movimiento de Trump comunicaba poder y control.

Kamala, por otro lado, adoptó una postura burlona y sarcástica. Enfrentaba a Trump constantemente con su mirada y expresión de extrañeza, cada vez que él la arrinconaba. Sus gestos  agradaron mucho a sus simpatizantes, pues no lucía temerosa ante la poderosa imagen de Trump. Aunque su lenguaje corporal, en lugar de transmitir liderazgo, reflejaba un intento de no perder la compostura, en varios momentos, especialmente cuando Trump lanzaba sus ataques más directos, se notaba cierta tensión en sus hombros y cuello, signos reveladores de incomodidad.

Uno de los momentos más simbólicos del debate ocurrió al inicio, cuando Kamala Harris extendió la mano para saludar a Trump, invadiendo incluso su espacio. Este gesto, más allá de la cortesía, fue una clara intención de proyectar control y establecer una relación de igualdad desde el principio. En la política, ofrecer la mano puede significar una estrategia para mostrar autoridad y respeto mutuo. Sin embargo, Trump respondió con un apretón de manos firme.

Fuera de los argumentos, que no estoy analizando aquí, Trump no solo controló el ritmo del debate con sus interrupciones y respuestas rápidas, sino que también logró que Kamala se replegara en varios momentos. Cada vez que ella intentaba profundizar en un tema espinoso, él lanzaba una contraofensiva que la obligaba a cambiar de tema o a moderar su ataque. Esta dinámica hizo que Trump pareciera estar siempre un paso adelante.

Aunque para algunos Kamala ganó este debate, que más bien fue una contienda de tres —ella y los dos moderadores—, contra uno, no solo se reafirmó la capacidad de Trump para manejar encuentros de alta tensión, sino   también deja a Kamala Harris en una posición difícil de cara a futuros enfrentamientos. Sin embargo, no olvidemos que, por muy mediático que sea un debate, son los votantes quienes siempre tienen la última palabra en las urnas.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.