Trump 2.0
La Operación Aurora podría significar la deportación de EE. UU. de 11 millones de indocumentados.
Donald Trump tiene muchas razones para estar jubiloso, luego de su contundente victoria. Haber alcanzado 295 votos electorales, de los 538 en disputa, le dan una fuerte legitimidad, además de haber conseguido casi cinco millones de sufragios sobre Kamala Harris. Su retorno a la Casa Blanca le depara un poder casi ilimitado para desarrollar su agenda. El Partido Republicano consiguió el control del Senado, el cual es fundamental porque confirma los nombramientos que el presidente realiza en su gabinete, ratifica a los jueces federales y los tratados internacionales. Asimismo, es muy probable que retenga la mayoría en la Cámara de Representantes. Pero si eso no fuera suficiente, se le sumará el respaldo del Poder Judicial, donde contará con seis jueces conservadores, tres de ellos nombrados por él. A esa buena estrella se le agregaría el apoyo de la fiscal general que, aunque sea independiente, Trump esperaría cierta lealtad.
Los votantes de origen latinoamericano fueron clave para el triunfo de Trump, pese al discurso antiinmigrante.
Los votantes de origen latinoamericano dieron un vuelco a favor del republicano, particularmente los hombres jóvenes, lo cual confirmaría la derechización de este voto. El discurso xenófobo y las amenazas de deportaciones masivas no hicieron mella en esa masa. La razón es muy sencilla: el ofrecimiento de una mejor situación económica por parte de Trump fue un buen anzuelo para quienes esperan que los precios bajen. A ello también contribuyó la desinformación acerca de que los indocumentados que están ingresando a EE. UU. son criminales. Además, a los migrantes que ya están establecidos no les importa mucho la suerte que corran los millones de indocumentados, aunque sean sus compatriotas, porque en última instancia les representan una competencia laboral no deseada. Es algo así como la mentalidad del cangrejo, si pueden bajarse a quien trata de escalar, no dudarán en hacerlo.
Tras su victoria, Trump expresó: “He recibido un mandato poderoso y sin precedentes. Mi compromiso es claro: promesa que hago, promesa que cumplo”. De esa cuenta se sabe que, desde su primer día en la Oficina Oval, el 20 de enero próximo, ya tiene listas más de 200 órdenes ejecutivas, entre ellas la deportación de millones de inmigrantes. No todos están contentos con el resultado electoral. Jimmy Kimmel, presentador de la cadena televisiva ABC, pareció encarnar ese sentimiento. En su programa del pasado martes dijo: “Seamos honestos, ha sido una noche terrible para las mujeres, los niños y los cientos de miles de inmigrantes que trabajan duro y hacen que este país funcione”. Agregó que “no ha sido un buen resultado para la atención sanitaria, para el empleo, la ciencia, el periodismo, la justicia y la libertad de expresión; ha sido una noche terrible para las personas pobres, la clase media y los mayores”.
Durante la campaña electoral, Trump ofreció impulsar la Operación Aurora, en referencia a una ciudad de Colorado que supuestamente afronta una ola criminal de inmigrantes. Para lograr la mayor deportación masiva de indocumentados, se recurriría a una ley utilizada en tiempos de guerra que contempla la expulsión de los enemigos que invaden EE. UU., como ocurrió en la guerra de 1812, así como en la primera y segunda conflagraciones mundiales. La promesa sería la expulsión de 11 millones de migrantes, particularmente mexicanos y centroamericanos, a quienes se les tacha de criminales. Aunque la operación estaría dirigida a los indocumentados, la deportación podría afectar a los dreamers, profesionales que llegaron al país siendo niños y que tienen familia en el que consideran su país. También significaría el cierre del Estatus de Protección Temporal o TPS, que protege a migrantes de varios países, así como el fin de la ciudadanía automática para niños nacidos en EE. UU. Así las cosas, los migrantes no tienen un futuro muy halagüeño a partir de enero próximo.