LA BUENA NOTICIA

“Tiende tu mano al pobre”

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Mañana la Iglesia católica celebra la IV Jornada Mundial de los Pobres, con un llamado del papa Francisco a “poner nuestra mirada en lo esencial”, lo auténticamente humano, después de las tragedias que nos azotan; “y a superar las barreras de la indiferencia” levantadas por sectores elitistas de la sociedad contemporánea, que deberán ser derribadas por una ciudadanía empoderada, tendiendo la mano a los más empobrecidos. Les ofrezco algunas pinceladas del mensaje pontificio para la ocasión, desde la realidad que vivimos en Guatemala. La invitación a tender la mano al pobre nos llega “en un momento de dura prueba, un tiempo de dolor, luto y miseria” causado por la pandemia, las consecuencias de la tormenta Eta, unido a la realidad de un Estado inútil y, además, cooptado por organizaciones criminales del mundo de la política aliadas con el establishment y poderes oscuros, para mantener un régimen corrupto e impune. Para los seguidores de Jesús, cualquiera sea la iglesia a la que pertenezcan, “la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables”. Por eso cuestiona constatar en una sociedad cristiana y hasta hiper-religiosa tan violenta, injusta, desigual y tolerante con los corruptos y ladrones, que haya gente que se resista a “reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios”, y tiene derecho a vivir en condiciones dignas. A quienes les encanta escuchar del presidente la expresión “Dios bendiga a Guatemala”, copiada al imperio, deben saber que “la bendición del Señor desciende sobre nosotros y la oración logra su propósito cuando va acompañada del servicio a los pobres”, un servicio que se debe traducir en desarrollo humano, ecológico, sostenible e intergeneracional.

' Muchos están tendiendo la mano como signo de “proximidad, solidaridad y amor”.

Víctor Ruano

Pero, quienes gobiernan instrumentalizan a los pobres “con formas populistas” o “formas liberales” (FT 155), descartándolos porque ellos no entran dentro de sus planes de reactivación económica ni en las exigencias de sus financistas. “El desprecio de los débiles” es evidente. Para una vida auténticamente humana es condición importante: “La generosidad que sostiene al débil, consuela al afligido, alivia los sufrimientos, devuelve la dignidad a los privados de ella”. Esto no implica quitarles a los ricos de lo mucho que tienen para distribuirlo entre los pobres, sino asumir que pertenecer al mismo país nos hace corresponsables en la búsqueda del “buen vivir” para todos. No podemos sentirnos “bien” cuando un solo guatemalteco “es dejado al margen y se convierte en una sombra”. El grito silencioso y desgarrador de tantos pobres debe encontrar a todo ciudadano en primera línea, siempre y en todas partes, hasta en los países de migración “para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad”. No obstante la realidad que vivimos, muchísimos ciudadanos están tendiendo la mano como un signo de “proximidad, solidaridad y amor”. Ellos son la reserva ética de esta nación y signo de que sí es posible un futuro distinto. “Médicos que se preocupan por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado”, personal de salud que va “mucho más allá de sus horas de trabajo”, quienes “trabajan en la administración y proporcionan los medios para salvar el mayor número posible de vidas”, farmacéuticos “expuestos a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente”, presbíteros “que bendicen con el corazón desgarrado”. Numerosos voluntarios “que socorren a los que viven en la calle y a los que no tienen comida”, auxilian a miles de damnificados por catástrofes de todo tipo. “Hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad”. Muchos “han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”. Son muchas las manos tendidas a los pobres. Inmensa gratitud a todos.

ESCRITO POR:

Víctor Manuel Ruano

Presbítero de la Diócesis de Jutiapa. Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Fue rector y profesor del Seminario Nacional de la Asunción, Guatemala, y vicerrector académico Cebitepal, Colombia.

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