De mis notas

Tiempos difíciles

Ayer, los musulmanes y la “extrema izquierda” tomaron el poder de Francia.

Para los observadores de los tiempos, esos con las luces prendidas de la conciencia iluminando más allá del bosque, más allá de los horizontes y más allá de las cuitas mundiales, el ambiente que se respira en este pequeño planeta colgado en el espacio, donde pareciera que se está jugando el destino del hombre, la percepción es de crisis.

Liderazgos que hoy están por doquier, regresando en metamorfosis extrañas, extraviadas y perversas.

Parecía que las dos guerras mundiales habían dejado en aquella humanidad, de la que hoy solo un pequeño porcentaje tiene memoria, un anhelo de vivir en paz, con todos los frutos de ese estado que solo aprecia quien lo ha perdido. Después, surgen las otras guerras en Irán y Afganistán. Ahora mismo se libra la guerra en Ucrania e Israel con los Hezbollas y los Hamas.

Las guerras y las revoluciones nunca tuvieron ese hedor a holocausto nuclear como ahora. Es evidente que eso deviene de los líderes y sus movimientos extremistas, que no acatan con racionalidad sus proyectos pseudo-políticos y que no esconden ese veneno anarquista que se nutre de las ideologías religiosas fanáticas de largo aliento histórico. Ya tuvimos inquisiciones, edades oscuras y supersticiones. Hoy están por doquier regresando en metamorfosis extrañas, extraviadas y perversas.

Se ataca a la familia como elemento esencial de la conformación social. Surgen vocablos y calificativos que socavan los valores familiares. Se expone a los niños a sus enfoques sexuales, exponiéndolos a sus teorías extraviadas. Han permeado las escuelas, la academia y todos los estamentos políticos. Es el movimiento más hiperrepresentado en la historia de la humanidad.

Esos mismos que niegan a Israel su derecho a existir, que se esconden detrás de hospitales y escuelas para lanzar sus misiles. Esos mismos que han permeado la academia mundial y son ahora los pregoneros de la persecución política y atacan la libre emisión del pensamiento están ganando elecciones y tomando el poder.

Ayer, los musulmanes y la “izquierda extrema” tomaron el poder de Francia. Macron prefirió el harakiri político y la destrucción de su país, antes que entregárselo a la mayoría que anhelaba un cambio. Reuniendo a los extremos socialistas y a los movimientos musulmanes, conformó el bloque. ¿Qué saldrá de esa alcantarilla de extremistas, sino más metástasis del tumor ignorante que cree que el Estado es el que genera riquezas y el responsable de proveerles la teta salvadora? Y, lamentable aceptarlo, la prensa, desde Le Monde et al., les hicieron el juego maquiavélico, asustando a los franceses con dificultades para discernir la verdad. Ahora verán lo que es el extremismo.

De este lado del río, vemos cómo la persistente estrangulación de las arcas del Estado, cooptando los fondos para el mismo bolsón de corruptos de siempre, tiene a la infraestructura del país en ruinas. Un aeropuerto abandonado, violado y secuestrado por todas las mismas huestes.

La carretera principal al Pacífico, destruida, porque creen que todo lo que huele a sector privado, concesiones o alianzas público-privadas son competencia directa para el robo y la cooptación legal mediante los conocidos contratos del Ministerio de Comunicaciones que, con sus millardos, sí… léase millardos, no ha hecho más que lo que tenemos: nada.

Y ahora, a contar las decenas de millones de pérdidas diarias que le cuesta a Guatemala tener a buques cargados esperando anclados, tanto por capacidad como incapacidad de manejo expedito y eficiente, más el costo de los miles de furgones bregando por sortear por caminos secundarios toda la mercadería del Pacífico.

Y las lluvias continúan y la incapacidad de respuesta del Gobierno con todos los candados y limitaciones que el mismo problema sistémico que el Estado siempre ha sufrido, persiste.

Ah, sí… Mañana se anuncia el paro de las carreteras por los Codecas y demás especies.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.