Hagamos la diferencia
Testimonio de un espíritu visionario
Mi padre, un hombre adelantado a su tiempo, se convirtió en el primer fotógrafo de El Chol.
En el tranquilo rincón de Santa Cruz El Chol, en la pintoresca región de Baja Verapaz, nació un hombre cuya vida se convirtió en un relato de innovación, perseverancia y pasión. Mi padre, Samuel Reyes Mayén, un hombre adelantado a su tiempo, dejó un legado imborrable tanto en la comunidad que lo vio crecer como en los corazones de quienes lo conocieron. Nacido en 1940, en una época donde la fotografía era un arte en evolución, mi padre se aventuró en un mundo que muy pocos de su entorno habían explorado. Con una determinación férrea, se convirtió en el primer fotógrafo de Santa Cruz El Chol, capturando la esencia de su pueblo y sus habitantes con cámaras de película sensible a la luz, conocidas popularmente como rollos. Cada fotografía era un testimonio de su habilidad para congelar momentos en el tiempo, dotándolos de una belleza y autenticidad única. Su cámara fue el pasaporte ideal para ingresar a cualquier evento social privado o público, siendo siempre bien recibido. Con el paso de los años, la tecnología avanzó y mi padre no se quedó atrás. Abrazó con entusiasmo las cámaras instantáneas de Polaroid, que permitían capturar y revelar imágenes en cuestión de minutos, llevando la magia de la fotografía a un nivel aún más accesible para su comunidad. Su pasión por el arte de la imagen lo llevó incluso a adentrarse en el mundo digital, donde las cámaras digitales le permitieron explorar nuevas posibilidades creativas y expandir su alcance más allá de las fronteras de su pueblo.
Testigo fiel de la historia de mi pueblo, capturó su esencia y sus habitantes con diferentes cámaras a lo largo de su vida.
Pero la vida de mi padre no se limitó solo al arte de capturar momentos fugaces. También desempeñó un papel fundamental en la infraestructura de comunicaciones en la región como “celador de líneas” en las antiguas líneas de telégrafo del gobierno de Guatemala. Su dedicación y responsabilidad aseguraban que las conexiones telegráficas permanecieran funcionando, facilitando la comunicación entre regiones distantes en tiempos en que la tecnología aún estaba en pañales. Además de esta labor, mi padre se desempeñó como telegrafista, transmitiendo mensajes importantes y facilitando la comunicación en una era en la que las distancias se desvanecían ante la velocidad de la electricidad. Su habilidad para manejar estos medios de comunicación fue fundamental en un mundo en constante cambio, donde la información era un recurso invaluable. Tenía cada ocurrencia, que dejó huella; una de ellas “cuando un señor triste… llegó a decirle que sus hijos ya no le visitaban… le dijo: prepárese para recibirles, y les envió un telegrama indicándoles que su papá había muerto. Al día siguiente estaba toda la familia compartiendo con su papá, felices al saber que la noticia no era real, pero llenó el cometido: unir a la familia.
La vida de mi padre es un testimonio de cómo un espíritu visionario puede dejar una marca indeleble en su comunidad y más allá. Su pasión por la fotografía y su compromiso con su trabajo en las líneas telegráficas son un recordatorio de que la dedicación y el ingenio pueden trascender las barreras del tiempo y del espacio. Su legado perdurará en cada imagen que capturó, en cada mensaje que transmitió y en cada vida que tocó. En un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso, la historia de mi padre es un faro de inspiración, recordándonos que, con determinación y pasión, podemos dejar una huella imborrable en el mundo que nos rodea. A través de sus logros nos enseñó que no hay límites para lo que podemos lograr cuando perseguimos nuestros sueños con valentía y convicción. Que su vida sea un recordatorio eterno de que el verdadero legado de un individuo reside en el impacto que deja en los corazones y las mentes de aquellos que deja atrás. Al morir dejó impresas una cantidad impresionante de fotos, y las que son solo de interés particular las pusimos a disposición de quienes no pudieron adquirirla en su momento, para que pudieran guardar el recuerdo. Queremos hacer un pequeño museo al telegrafista y fotógrafo: si usted guarda algún equipo que mi papá usó, agradeceremos donárnoslo para hacer realidad este sueño.