META HUMANOS
Soy un atleta guatemalteco y te pido que me escuches
Me llamo Leo, tengo 20 años y soy uno de los muchos atletas guatemaltecos con el sueño de llegar a las olimpiadas. Hace 10 años inicié mi carrera en el Karate-Do, sin imaginar que se convertiría en un estilo de vida que me llevaría a ganar medallas a nivel nacional e internacional. En el 2019, a causa de un accidente automovilístico, tuvieron que amputarme la pierna derecha. Por un tiempo, este duro golpe “me sacó de combate”, mas no fue impedimento para seguir adelante. En el 2021 inicié una nueva carrera como paratleta de tenis de mesa. Una vez más, el deporte salvó mi vida, me permitió recobrar sueños que creía perdidos y abrirme a nuevos retos deportivos.
Mi camino como atleta no ha sido fácil, pero el golpe más duro de mi carrera lo viví el sábado 15 de octubre, cuando el Comité Olímpico Internacional suspendió y retiró su reconocimiento al Comité Olímpico Guatemalteco, dejando mis sueños y el de cientos de atletas en pausa.
La suspensión significa dos cosas: 1) que los atletas guatemaltecos no podremos representar a nuestro país y competir en los Juegos Olímpicos u otros eventos multideportivos internacionales; y 2) que el Comité Olímpico Guatemalteco ya no tiene derecho para operar como tal y no recibirá ninguna financiación del Movimiento Olímpico hasta que la suspensión sea levantada.
El impacto de esta sanción, producto de la corrupción y la indiferencia, no es un tema solamente del deporte, es un tema de país, que trae daños irreparables para todos. Por si no te has dado cuenta, hoy nos tocó a los atletas, pero mañana le puede tocar a cualquiera.
Lo que más me duele no es el trato injusto que se les ha dado a los atletas y entrenadores, sino el silencio de los guatemaltecos, que prefieren callar y seguir bajo la sombra, en vez de luchar y gritar por una Guatemala más justa en todos los aspectos.
' Lo que más duele es el silencio de los guatemaltecos, que prefieren callar y seguir bajo la sombra.
Leonel Velásquez
En mi corazón hay enojo, tristeza y decepción, pues han sido años de esfuerzo, disciplina, lágrimas, renuncias y caídas, para que nuestros gobernantes nos respondan con indiferencia, arrebatándonos la posibilidad de alzar nuestra bandera al ganar una medalla para nuestro país.
En este momento difícil, quiero pedirles a mis compañeros atletas que, por favor, no se rindan. Aunque será difícil seguir entrenando sin rumbo fijo, toda tormenta tiene un fin. Esta tormenta nos está arrastrando, pero somos fuertes y sabremos sacar provecho a este tiempo y perseguir otros sueños mientras la vida nos lo permita, sin olvidar jamás los valores que el deporte nos ha dejado.
A nuestras familias y amigos quiero decirles que reconocemos su dolor, pues nadie como ustedes ha estado a nuestro lado en cada torneo, en cada victoria y en cada derrota. Por un tiempo nos verán tristes y distraídos, pues como atletas la suspensión nos cerró las puertas en la cara y eso duele. Necesitaremos de su apoyo y comprensión para que esto sea más fácil de sobrellevar.
A los chapines quiero preguntarles ¿Qué más tiene que pasar para dejar de quedarnos callados? ¿Qué más nos tienen que arrebatar para dimensionar el daño que nos hacen algunos gobernantes? ¿Qué más necesitamos para entender que las cosas no pueden seguir de esta manera? Es hora de cambiar esta vieja narrativa y salir del agujero negro que nos arrastra y nos arranca oportunidades a todos.
Invito a cada uno, pero sobre todo a nuestros gobernantes, a que hagamos equipo, nos pongamos la camiseta y juguemos el verdadero rol que nos toca jugar para transformar el presente y el futuro del deporte en el país. Dejemos de escondernos porque “el cobarde vive hasta que el valiente quiere”.