MIRAMUNDO
¿Sin correo o sin país?
Durante el gobierno de Álvaro Arzú, con el afán de privatizar todo lo posible, se concesionó el correo. Las concesiones son instrumentos adecuados para encontrar mejores servicios públicos, sin duda alguna, la figura es fundamental para encontrar derroteros de desarrollo; sin embargo, debido a la desidia, incapacidad, corrupción y mediocridad en cómo han funcionado los gobiernos, existen muy malas experiencias en torno al tema. El plazo de concesión terminó al inicio del gobierno de Jimmy Morales y Jafeth Cabrera, y todos conocemos el interés de los personajes, en consecuencia, a pesar de que la empresa entregó los enseres, bienes y liquidaciones no existieron reclamos y de la noche a la mañana el país ubicado justo en el Centro de América se quedó aislado del mundo.
' ¿Por qué nosotros hemos comprado el silencio y la cabeza baja para perder hasta los más elementales servicios públicos?
Alejandro Balsells Conde
En estos momentos, recibir una postal o enviar una carta es imposible, el servicio de correos en Guatemala no existe. Por supuesto, alguien dirá que podemos ir al Centro Histórico e intentar enviarla, basta y sobra conocer de experiencias de amigos para sentir más frustración.
¿Por qué nosotros hemos comprado el silencio y la cabeza baja para perder hasta los más elementales servicios públicos? Se perdió el ferrocarril por los gobiernos de Álvaro Arzú y Alfonso Portillo, que en eso sí se estuvieron de acuerdo (perdido hasta el derecho de vía); luego un servicio tan sencillo como el correo y van dos gobiernos sin echarlo a andar, para mientras proliferan los “couriers” quienes cobran lo se les da la gana, pero lo más paradójico, en un país de migrantes con más del 20% de su población fuera de sus fronteras y valga preguntar ¿qué control tienen estos servicios de mensajería?
Los guatemaltecos hemos ido para atrás por decisiones de quienes gobiernan, pero sobre todo porque la inercia nos conduce al silencio y aceptar los abusos como parte del paisaje.
¿Tenemos un mejor servicio público de salud por la pandemia?, ¿la educación pública o su infraestructura está en mejores términos tras un letargo de dos años? las respuestas son negativas, pero lo fregado es encontrar respuestas similares en la mayoría de ámbitos y acá no se trata de ver el vaso “medio lleno o medio vacío”, para nada, consiste en ceder espacios y derechos frente al abuso, la ineficiencia, la intolerancia y la mediocridad sin chistar.
En estas líneas hablamos del correo, pero por ejemplo ¿qué futuro ambiental nos espera cuando Amatitlán y el Motagua están como están y cualquiera puede hacer pozos para tener su propia agua sin control?
La cuestión gira en función que como habitantes no exigimos absolutamente nada y hasta el correo se perdió sin consecuencias. La Municipalidad de Guatemala nos tiene sin transporte público por desidia y acá no ocurre nada. En Chile un aumento a la tarifa del metro generó un movimiento social de consecuencias enormes, y acá los guatemaltecos, mejor adoptamos ruleteros, taxis y trasportes clandestinos (y sin seguro) para movilizarnos y así caminamos en ciudades sin banquetas.
Un país sin comunicación está condenado al fracaso, un país sin correo es una muestra de subdesarrollo, pero sobre todo de una ciudadanía tolerante hasta lo absurdo. Sin duda alguna el internet y la mensajería electrónica cambiaron en mucho la forma como nos comunicamos, pero esto jamás es óbice para que un país quede sin correo, los países con mejor conectividad digital tienen servicio postal o quizás alguien nos quiere cada vez más aislados.
Al ceder derechos y espacios frente a gobiernos que nos conducen para atrás, y analizar lo del correo vale la pregunta ¿hemos perdido el correo o hemos perdido el país?