Godot ha llegado
Sigue siendo la economía, estúpido
La economía fue el principal tema que motivó a los votantes a inclinarse a favor de Trump y de los candidatos republicanos a Senado, Casa de Representantes y gobernaciones estatales.
No se alarme, estimado lector, no lo estoy insultando. El título de esta columna hace referencia a una famosa frase usada por Jim Carville, el principal estratega de la campaña de Bill Clinton que lo llevó a la presidencia en 1992. Carville creó tres frases para que los colaboradores de la campaña presidencial de Clinton, desde las primarias demócratas, recordaran esos puntos a todos los candidatos demócratas. Pero la frase “Es la economía, estúpido” se hizo pública y se convirtió prácticamente en un eslogan de la campaña de Clinton que lo llevó a ganar la presidencia en 1992 y a reelegirse en 1996. En efecto, la economía fue el factor decisivo que definió la abrumadora victoria de Trump y los republicanos.
La historia es importante, pero el Partido Demócrata no entendió esto. Muchos colegas, quienes cuentan con todo mi respeto, han escrito que esta campaña es el triunfo del machismo, del racismo, del fascismo y otros “ismos” negativos. La revista Vanity Fair sacó en su portada el rostro de Trump al lado de los siguientes datos: 34 cargos de fechoría, 1 condena, 2 casos pendientes, 2 impeachments (acusaciones de carácter político siendo un funcionario político), 6 declaraciones de bancarrota, 4 años más, el 47 presidente de los Estados Unidos. Estos datos son ciertos, y muchos de los “ismos” por los que Trump y los republicanos son dignos de discutir. Pero los votantes no son tontos, ellos pusieron todos estos datos y acusaciones en la balanza y aún así fueron a las urnas para votar por un presidente, senado, casa de representantes y gobernadores republicanos porque consideraron que la alternativa era peor. La democracia, el cambio climático, los derechos reproductivos de la mujer y la cultura de la diversidad, igualdad e inclusión pasan a segundo plano cuando uno tiene tres cifras en el banco y centavos en la bolsa.
La economía fue el factor decisivo que definió la abrumadora victoria de Trump y los republicanos.
En todos los segmentos demográficos (hombres, mujeres, blancos, negros y latinos) Donald Trump ganó votos en comparación con el 2020. El voto entre hombres latinos aumentó 18 % en comparación con el 2020, y 5 % entre hombres de raza negra. Esos porcentajes reflejan la importancia del tema económico, que fue la verdadera razón de la apabullante victoria de los republicanos. Kamala Harris tomó un partido en desventaja después de la decisión de los líderes del partido demócrata, en específico Nancy Pelosi, de decirle a Biden que no optara por la reelección e inició bien al punto que logró sacar una ventaja considerable sobre Trump después del debate del 10 de septiembre. Pero esa ventaja y su campaña se desinflaron poco a poco iniciando octubre. En un panel le preguntaron qué cambiaría de la actual administración Biden, y Harris respondió: “No puedo pensar en una cosa”, y ahí se encendieron las primeras palabras. En un popular programa de radio y en uno de los llamados talk shows nocturnos respondió a preguntas sobre su visión de país con un “No soy Donald Trump”. Nunca habló de un plan a futuro, de cómo reducir el costo de vida, de cómo volver a ser un bastión democrático mundial, de disminuir el crimen. Nada, la candidata demócrata apostó por el statu quo y reducirse a ser mejor alternativa para el país solo por no ser Donald Trump.
Ya tuvimos cuatro años de Donald Trump y no fue el fin del mundo ni de la democracia. En la política, como en la vida, se gana y se pierde, y cuando pasa lo segundo siempre tenemos la oportunidad de levantarnos, y con más fuerza y conocimiento. Estos dos elementos más un conocimiento de historia son la base de una estrategia para lidiar con un Trump de vuelta al poder. Unos países la tienen y otros no, y eso es lo que marca la historia. ¡Feliz domingo!