si me permite

Siendo auténticos definimos nuestras relaciones

El aceptar lo que somos nos ayudará a saber ocupar nuestro lugar sin perjudicar a otros.

“Sé tú mismo, los demás puestos están ocupados”. Oscar Wilde

Cuando estamos hablando de la autenticidad nos estamos refiriendo a lo que verdaderamente somos y no necesariamente a lo que nos gustaría ser. Por esta razón, cuanto antes aprendemos a reconocer las realidades  nos ayudará a saber cómo relacionarnos con los que nos conocen y también con nosotros mismos.

El modo de ser de uno muy fácilmente se percibe y por eso no tiene necesidad de ser explicado.

Pero también es innegable que hay cualidades o actitudes en nuestra vida que sí pueden cambiar porque está en nosotros   hacer algo para que no continúen las cosas como son. Por ejemplo, si puedo poner el empeño en tratar amablemente a los que conviven conmigo, es algo que debo no solo hacer,  sino también debo de imponérmelo, para que la vida sea armónica, tanto para los míos como para mí mismo.

Eso no quiere decir que los demás estén dispuestos, y debo aceptarlo y hacer los ajustes necesarios para que la vida continúe y se puedan alcanzar los objetivos que nos hemos trazado.

Cuando hemos definido nuestros gustos y también nuestros intereses y lo que somos, eso habrá de hacer más fácil la interacción para los que me conocen y las relaciones podrán darse más armoniosamente en muchos casos, por la afinidad de intereses. De ese modo el beneficio es para todos porque cada uno está sacando provecho de la relación que tiene.

Sin lugar a duda, en más de una ocasión nos han invitado para algo, y cuando lo aceptamos posiblemente no tenemos todo el panorama claro, pero por el hecho de aceptar se nos abren oportunidades para conocer a otros que a lo largo de la vida habrán de ser determinantes para lo que queremos alcanzar.

La vida, a cada uno de nosotros nos ofrece un espacio, y cuando lo sabemos ocupar siendo auténticos nos damos cuenta de que debemos  aprender a funcionar en el lugar que nos ha tocado estar.

Esta vivencia no solo es progresiva, sino también es dinámica, porque nos vamos dando cuenta de que es como una gran red a la cual estamos ingresando. Por el aporte que nos dan tenemos la opción de ir cambiando en algunas cosas a las cuales estamos acostumbrados para poder tener mayor provecho en las relaciones que hemos alcanzado.

Cuando estamos claros en que no siempre seremos aceptados por los que llegamos a conocer, nos ayudará a ser más selectivos en nuestras nuevas relaciones. Claro, deberá   ser con la debida cortesía y amabilidad que la educación nos enseña. Esto habrá de mostrarnos que los diferentes niveles de las relaciones son válidos porque no ocultamos en ningún momento nuestro modo de ser, ni a los nuestros ni con los que iniciamos una relación, sino simplemente sabemos tener dominio propio y determinación para avanzar paso a paso en la vida.

Así podemos. llegar a nuestros objetivos, no como individuos solitarios, sino como parte de una sociedad y de un grupo de personas que tienen ideales comunes y por ello se apoyan unos a otros.

Qué fácil es entender que la vida está dividida en etapas, las cuales cruzamos, sea por la edad o por los cambios que la vida nos trae, pero que en cada una supimos vivir aceptándonos y creciendo de tal modo que nos dejó enseñanzas, las cuales explican lo que somos hoy.

La realidad y el futuro nos retan para que podamos dar lo mejor de lo que tenemos porque no estamos presumiendo nada, sino porque así somos.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.