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Si usted es cristiano, ¿debería celebrar Halloween?

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La palabra Halloween proviene de “All Hallows Eve”, del inglés antiguo, que traducido significa “víspera de todos los santos”. No obstante, y muchos siglos antes de que la Iglesia instituyera esta festividad, existían ritos paganos, de origen celta, que se celebraban el último día de octubre para conmemorar el final de las cosechas. Entonces, ¿por qué vestirse ese día de personajes macabros, que son los protagonistas de estas fiestas de terror, en una conmemoración para los santos?

' El 31 de octubre, según los propios satanistas, es la noche más importante del año para los cultos demoniacos.

Brenda Sanchinelli Izzeppi

Los orígenes de Halloween se encuentran en Irlanda, y no en los Estados Unidos, como muchos piensan, donde el festival llegó junto con los numerosos emigrantes después de la terrible hambruna del siglo XIX. Aunque en EE. UU. se empezó a celebrar masivamente hasta las primeras décadas del siglo XX.

La forma más común de celebrar Halloween era hacer una fiesta. Y tras el pico de nacimientos en los años 50 (de los baby-boomers), los organizadores se aseguraron de que las celebraciones se trasladaran de las plazas a las aulas y de allí, a casas privadas, para que los niños también pudieran involucrarse. Gracias a esta evolución de la festividad, la antigua costumbre rural de “truco o trato” se desempolvó y se hizo común y divertida. Esta mezcla de folclor y creencias, religión y superstición, se ha convertido a lo largo de los años en una de las principales fiestas americanas.

Es inaudito, sin embargo, ver cuánta publicidad se le da a esta celebración pagana —que representa megamillones de dolores—, pintándola como una inocente fiesta para niños, cuando en verdad es un festival que realza símbolos relacionados con el concepto de maldad y ocultismo. Esto, aun a sabiendas de que la fiesta cristiana de “Todos los Santos” no tiene nada en común con este aniversario que, según sus orígenes y significado, no encaja bien con el cristianismo.

Es impresionante que el sistema le haya hecho creer al mundo que esta fiesta es para regocijarse, disfrutar de un tiempo divertido con amigos, participar en un concurso de disfraces o tener la oportunidad de convertirse por un día en una simpática brujita. Pero al final es una fiesta organizada en honor a quién sabe quién.

Celebrar una fiesta como la de Halloween no es nada extraño en un mundo que está desmoronándose entre tanta violencia, depresión, suicidios, y donde los valores ya son catalogados como hechos anticuados y pasados de moda.

La fiesta de Halloween es una especie de sesión de espiritismo, presentada en forma de juego. Todo se muestra de una forma lúdica e inocente. Incluso el pecado ya no es pecado en el mundo de hoy.

La práctica de Halloween contiene aspectos ocultos, de esa corriente espiritual contemporánea llamada neopaganismo. En la cultura popular, un “neopagano” es una persona que cree en cultos antes del advenimiento de Cristo. Halloween es un instrumento en manos de poderes fuertes y ocultos que transmite valores que remiten al paganismo; por tanto, totalmente contrarios a los cristianos.

El verdadero propósito de Halloween es lo concerniente a lo mágico-esotérico. Brujas, murciélagos, gatos negros, fantasmas, los condenados, todas estas figuras —las favoritas de los niños y jóvenes cuando tienen que disfrazarse—, son, de hecho, símbolos utilizados en el mundo del ocultismo. No se puede ignorar que la noche del 31 de octubre representa la fecha más importante en el calendario satanista. Precisamente en esta noche se practica el mayor número de ritos blasfemos, los más sangrientos y, al mismo tiempo, comienza también el año nuevo esotérico para diversos magos y hechiceros. Entonces, si usted es creyente, piénselo dos veces antes de participar en cualquiera de estas actividades.

ESCRITO POR:

Brenda Sanchinelli

MSc. en Relaciones Internacionales e Imagen Pública. Periodista, experta en Etiqueta. Dama de la Estrella de Italia. Foodie, apasionada por la buena mesa, compartiendo mis experiencias en las redes.