De mis notas
Septiembre 11 / octubre 7 La demencia del terrorismo
En tanto el fanatismo persista, nunca habrá paz. Está fecha marca ese dilema.
El 11 de septiembre de 2001. Nunca podremos olvidar aquellos enormes aviones impactando las Torres Gemelas, atravesándolas como si fueran de papel, y un tercero alcanzando el corazón del Pentágono. Todavía siento el asombro y la indignación al recordar las imágenes de miles de personas atrapadas, muchas siendo rescatadas en medio del caos. El infierno posterior y las desgarradoras escenas de quienes, sintiendo las llamas en sus cuerpos, se arrojaban al vacío para escapar.
La humanidad no volvió a ser la misma. Ese día marcó en la mente y el espíritu del mundo una fecha imborrable, una advertencia de que tendríamos que convivir con la demencia, el delirio y la oscuridad del fanatismo cruel y perverso. Se sucedieron atentados con bombas en hoteles, embajadas y autobuses. Desde el 2010, la Aviation Safety Network registra quince secuestros de aeronaves. A esto se suman los fanáticos suicidas con explosivos y los ataques en plena calle contra ciudadanos judíos. Todo esto es un signo de una locura que enfrenta el bien y el mal, la razón y el espíritu de convivencia pacífica, contra la obstinación de ideologías absolutas, sin espacio para los grises de las concesiones mutuas.
Ayer, entre lágrimas y oraciones, el mundo —especialmente en los países civilizados— conmemoró la masacre terrorista del 7 de octubre. Una atrocidad perpetrada por Hamás en el sur de Israel, dejando aproximadamente 1,100 muertos y alrededor de 250 personas secuestradas, llevadas a la Franja de Gaza. Se estima que la mitad de estos cautivos ha fallecido.
Surgen preguntas que desafían la razón. ¿Qué esperaba Hamás que sucediera tras semejante acción? ¿Acaso no previó que esta barbarie tendría consecuencias fatales para su propio pueblo, con un coste incalculable en vidas, sufrimiento y destrucción? ¿Esperaba una respuesta “equivalente”, como algunos líderes vociferan? ¿Una lógica absurda de ojo por ojo, misil por misil, sin reconocer el trasfondo de una guerra que, desde sus inicios, se enfoca en negar la existencia misma de Israel?
La obstinación de ideologías absolutas, sin espacio para los grises de las concesiones mutuas.
La cantidad de recursos que Hamás ha destinado a la construcción de túneles, armamento y milicias es asombrosa: decenas de miles de millones de dólares desviados, por no decir usurpados, de las necesidades más básicas de su pueblo. Existe un abismo insalvable entre el bienestar de los palestinos y los objetivos de Hamás.
¿Qué se avecina en los próximos meses? Con Irán respaldando descaradamente a estos grupos, es difícil prever el alcance de las repercusiones. Con la última andanada de misiles disparados desde Irán hacia Israel, la respuesta será contundente y estratégica, posiblemente apuntando a instalaciones nucleares, puertos clave o infraestructuras petroleras, acciones destinadas a golpear la economía iraní y quizás a inspirar un levantamiento interno contra un régimen fanático que somete a su población a una represión brutal y a imposiciones religiosas extremas.
Israel, atacado en múltiples frentes, enfrenta a Hamás, Hezbolá y los hutíes de Yemen, todos financiados por Irán. Un pequeño país que defiende la democracia, la libertad y el derecho a existir.
El 7 de octubre será siempre un día trascendental. Un momento para reflexionar sobre la crisis que atraviesa nuestro planeta, esta pequeña esfera dividida por ideologías y religiones de todo tipo. Una frágil bolita suspendida en el cosmos, donde resulta imposible no sentir la presencia de Dios.
En tanto el fanatismo persista, el mundo no estará en paz.