Liberal sin neo

Se quemó un gran cartucho

Se siembra en terreno preparado y fertilizado.

En temas políticos todos dicen ocupar la posición de la verdad y la justicia; el problema es que hay ideas diferentes de lo que estas representan. Ningún actor político diría estar a favor de la mentira y la injusticia. En tiempos actuales tan ideologizados y sobrecargados de información, es usual sugerir que la percepción de lo verdadero y justo está predeterminado por la identidad o bando al que se pertenece.

Ley con dedicatoria a una persona es camino peligroso para el estado de Derecho.

Examinar una oración contenida en una “noticia” publicada en un diario digital nacional, sirve para ilustrar como la visión de la verdad se agrupa con la identidad. Refiriéndose a la decisión del Ministerio de Relaciones Exteriores (Minex) y el voto de Guatemala en la ONU a favor de establecer un estado palestino, el diario manifiesta: “La decisión del Minex fue cuestionada por la comunidad judía y por personajes políticos que han mantenido una ofensiva en contra del gobierno de Arévalo, y que han apoyado el trabajo de Porras”. Es decir, cuestionar las acciones del Minex en relación con el tema palestino en la ONU pone en un mismo canasto de intereses a la comunidad judía, personajes políticos que han mantenido una ofensiva en contra del gobierno de Arévalo, y para poner acento en la descalificación, han apoyado el trabajo de [la fiscal general] Porras. Requiere imaginación, falta de ella o mucha ignorancia, proponer esta asociación de ideas.

La oratoria del presidente Arévalo en cadena nacional el domingo 5 de mayo fue un ejercicio exquisito de posesión de la verdad y la justicia. Inició dirigiéndose a todos y todas; procedió a describir la maldad siniestra para luego identificar al diablo por su nombre y explicar cómo se proponía expulsarlo del Edén. Su propósito sería “salir del pantano en el que la ambición y el abuso de una minoría nos han mantenido estancados”, acción necesaria para un “desarrollo justo, equitativo e incluyente”. Hasta allí podría entenderse de diferentes maneras a que se refería con la ambición y abuso de una minoría; ¿clásico discurso de lucha de clases? El suspenso pronto se desvanece.

Si bien con las elecciones y toma de posesión se dio la llegada de los justos, “sobrevive una minoría necia” y esto “es posible por la permanencia de la fiscal general”. La minoría referida es una persona específica; Consuelo Porras, quien se dedica a “amedrentar a quienes luchan por la transparencia, por la democracia, por la justicia y por la libertad”. Él invitó “a la FG a renunciar, a pesar del clamor popular, no lo hizo”.

El remedio propuesto; una iniciativa de ley para reformar la ley orgánica del MP, para que “la FG sea removida de su cargo”. Al día siguiente el presidente encabezó una marcha para entregar el proyecto de ley en el Congreso, con carácter de urgencia nacional. El objetivo es “que nunca más un fiscal general pueda abusar impunemente del poder”. El caso es que la ley en su forma actual fue reformada precisamente para que nunca más un presidente abusara impunemente del poder removiendo de su cargo al fiscal general que lo acuse.

El presidente se quemó un gran cartucho; a pesar de advertir que quienes no conocieran de manera urgente su iniciativa le estarían dando la espalda al pueblo, la mayoría de los diputados lo ignoraron. Hay al menos dos aspectos por resaltar. El primero es que la creación de una ley con dedicatoria a una persona es camino peligroso para el estado de derecho. El segundo es que invocar la verdad y la justicia podrá ser valiosa herramienta retórica, pero es inservible en la política parlamentaria, que es transaccional y se siembra en terreno preparado y fertilizado.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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