PLUMA INVITADA

Rishi Sunak no salvará al Reino Unido

LONDRES — En marzo, Rishi Sunak compartió una fotografía en la que se le veía llenando el tanque de un automóvil en la gasolinera de un supermercado. El propósito de la fotografía, por supuesto, era promocionarse: Sunak estaba muy interesado en dar a conocer su participación, en su carácter de ministro de Finanzas, en la reducción del precio del combustible. Para su desgracia, el tiro le salió por la culata.

' Es mal momento para que el país esté en manos de alguien sin el menor interés.

Kimi Chaddah

El auto, un modesto Kia Rio rojo, no era suyo (era de un empleado del supermercado). Dentro de la estación, Sunak pasó una vergüenza todavía mayor cuando se hizo evidente que no tenía ni la menor idea de cómo hacer un pago sin contacto. Ninguna escena actuada habría ilustrado mejor cuán alejado está Sunak de las realidades de la vida diaria.

Ahora, ese desconocimiento estará a prueba. Gracias a que obtuvo el apoyo de su partido, Sunak se convertirá en el primer ministro del Reino Unido. A simple vista, hay muchas cosas a su favor: el desastroso periodo de 44 días de Liz Truss como primera ministra demostró que sus advertencias sobre los “cuentos de hadas” en la economía eran muy acertadas; lo apoya la mayoría de los miembros del Partido Conservador en el Parlamento, un grupo plagado de facciones; y su ascenso, impulsado por su visión económica, ha calmado a los mercados financieros.

No obstante, aunque Sunak proyecta calma y competencia, persiste el problema de su total desconocimiento de la gente que dirigirá muy pronto. El país, cuyos males incluyen un estancamiento económico, desequilibrio regional y conflictos sociales, necesita más que nada un liderazgo compasivo. Lamentablemente, no es muy probable que lo obtenga con Sunak, quien es un partidario fiel del Estado mínimo del thatcherismo y no parece tener ningún interés en la vida de la mayoría.

Los seguidores de Sunak citan el éxito de la política de suspensión de trabajo con goce de sueldo en marzo de 2020, cuando el gobierno cubrió hasta el 80 por ciento del sueldo de los empleados durante la pandemia. Sin embargo, la presteza con que le puso fin (y sus problemas evidentes, como la exclusión de tres millones de trabajadores independientes) le quitan brillo a esa aparente generosidad.

En dos meses, Sunak planteó planes para su retiro gradual y, más adelante ese año, tardó en prorrogar la política, a tal punto que muchos empleados ya habían perdido su trabajo. No tuvo el menor reparo en cancelar un pequeño aumento como protección por la pandemia en el pago de prestaciones del país, que representó el mayor recorte de la noche a la mañana al sistema del Estado benefactor en la historia del Reino Unido, y se mostró irritado en todo momento ante la escala del apoyo del Estado. En privado, se quejó diciendo que no tenía un “árbol mágico de dinero”.

Su estrategia para lidiar con la crisis del costo de vida exhibió el mismo aire de tacañería. En marzo, Sunak prometió entregar miles de millones de libras de ayuda financiera para las familias durante la crisis y alinear las prestaciones con la inflación. El problema fue que estas medidas, que parecían sustanciales, en la práctica eran fragmentadas.

Sunak fue blanco de críticas generalizadas, incluso de su propio partido, por no tomar medidas suficientes para proteger a los más pobres del país; se calcula que, si no se ofrece más apoyo, 1,3 millones de personas caerán en una situación de pobreza absoluta. Sus escasos planes para los ciudadanos con más dificultades fueron calificados por el Times de Londres como “insuficientes, ineficaces y nada conservadores”. Esta crítica fue un remate muy a tono para su tiempo en el cargo, definido por un interés selectivo y superficial por los demás.

Es muy mal momento para que el país esté en manos de alguien sin el menor interés. La inflación es de más del 10 por ciento. El estándar de vida ha disminuido, y se espera que los británicos sufran la mayor caída en ingresos disponibles desde que comenzaron a llevarse registros. Por primera vez, se dice que la demanda de bancos de alimentos supera a la oferta. Es posible que haya apagones en enero. En abril, después de un aumento adicional en la factura eléctrica, el número de personas en pobreza energética podría llegar a 10,7 millones. Ahora, las demoras de ambulancias constituyen una palpable “amenaza a la vida”. La economía está anémica, se calcula que sufrirá la inflación más alta y la tasa de crecimiento más baja de entre las naciones del Grupo de los Siete el año entrante.

Claro que estas dificultades son el resultado de profundos problemas sistémicos, pero Sunak es cómplice en todos ellos. En ningún momento mostró verdadero interés en encarar, abordar o rectificar esas cuestiones. Su actitud con respecto a la desigualdad regional, una de las peores vistas en países desarrollados comparables, es esclarecedora: mientras estuvo en el cargo, alardeó de haber amañado las fórmulas del Tesoro para trasladar recursos de “áreas urbanas desfavorecidas” a distritos más adinerados, sin considerar en absoluto cuánto se necesitaban. Su supuesto plan para reparar la economía, presionada por el agujero negro de 40.000 millones de libras en las finanzas públicas y que enfrenta condiciones económicas globales peligrosas, parece solo una serie de promesas huecas.

Tras 12 años en el poder, al Partido Conservador ya casi se le agotan las ideas. Es probable que Sunak aplique por voluntad propia una de las que persisten: cuadrar las cuentas mediante recortes en el gasto social y dejarles la carga más pesada a los ciudadanos de a pie en vez de a los ricos. Después de todo, está aferrado a nociones thatcherianas de minarquismo, individualismo y gasto público restringido. Esta propensión no es ningún secreto. Durante la elección de la dirigencia en el verano, cuando ganó Truss, Sunak escribió en The Telegraph: “Soy thatcheriano, me postulo como thatcheriano y gobernaré como thatcheriano”.

Por supuesto, es imposible saber con exactitud qué planes tiene Sunak (tampoco ayuda que no haya tenido ninguna aparición frente a los medios durante la contienda de este mes sino hasta después de su victoria). Pero, si observamos su historial como ministro y las elecciones de la dirigencia en el verano, no sería tan aventurado esperar que, con el pretexto de aplicar las estrategias financieras correctas, restrinja el gasto público y recorte las protecciones sociales.

Quién sabe si esa estrategia, aplicada con total competencia y con un aire de seriedad, logrará resucitar la fortuna electoral del Partido Conservador. Eso sí, al inicio de su mandato, parece que esto sí está garantizado: Sunak, el salvador conservador, no salvará al país.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: