Catalejo

Relaciones de Musk y China causan justificados temores

No sorprenden los ya públicos temores por la relación de supermegamagnate Elon Musk con países hostiles a EE. UU.

Elon Musk es la más notoria nueva figura en la política estadounidense por muchas razones, pero las más preocupantes son sus cercanas relaciones con Xi Jinping y China, cada vez más influyente en el mundo actual, al liderar un país ahora convertido en una potencia militar y económica con criterios de gobernanza totalitaria comunista. Por esa causa, es útil tomar en cuenta los criterios del teniente general Rusell Honoré, ya retirado desde el 2008, quien en un artículo reciente se preguntó si el hombre más rico del mundo y tan cercano a Donald Trump constituye un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos, sobre todo porque ya es oficial el anuncio de su nombramiento para reducir los enormes costos gubernativos del presupuesto de ese país.

No sorprenden los ya públicos temores por la relación de supermegamagnate Elon Musk con países hostiles a EE. UU.

Los altos mandos militares del Pentágono no suelen manifestar opiniones políticas ni siquiera después de retirados y por eso el artículo manda un mensaje tácito de la preocupación castrense. La empresa de cohetes Space X, propiedad de Musk, tiene una posición crucial, casi monopólica según Honoré, en los lanzamientos de cohetes espaciales estadounidenses. Se agrega la profunda relación   con China, cuyos bancos, todos estatales, prestaron US$1,400 millones para ampliar una “gigafábrica” en Shanghai, de donde salió la tercera parte de las ventas mundiales de los vehículos eléctricos Tesla en el tercer semestre del 2021. El todopoderoso partido comunista, por ley, puede exigir información a cualquier empresa con negocios allí.

Según Honoré, “podrían obligarlo a proporcionar información clasificada sensible obtenida a través de sus intereses empresariales”. Otro general, Gregory Gagnon, jefe adjunto de operaciones especiales de la fuerza aérea, considera “profundamente preocupante que China pueda potencialmente obtener con facilidad información de inteligencia y seguridad nacional”.  Musk apoya a China en su política contra Taiwán y ve a los intereses estadounidenses y chinos “entrelazados como hermanos siameses”. Dos senadores demócratas pidieron “investigar la fiabilidad de Musk como contratista del gobierno” por sus supuestas conversaciones con Putin, y reconsiderar el “papel desproporcionado” de Space X en la integración espacial comercial estadounidense. 

En su última edición, la prestigiosa y muy seria revista inglesa The Economist, fundada hace 180 años, también ha señalado temas necesarios. Un artículo señala a Musk como uno de los multimagnates convertidos en autonombrados consejeros de los otros presidentes estadounidenses durante sus candidaturas. Menciona a Joseph Kennedy, fundador de esa dinastía política, relegado a segundo plano por Franklin Delano Roosevelt, quien también hizo a un lado a William Randolph Hearst,  controvertido barón de la prensa, con la específica diferencia en ambos casos de no haber solicitado o sugerido públicamente un puesto. Otro de los temas tocados en esa edición es el de la posibilidad de colocar una edad máxima para llegar a esa presidencia.

En un mundo tan interrelacionado como el actual, estos temas son importantes por sus efectos en todo el planeta, incluyendo a América Latina y no digamos Centroamérica, cuya posición sigue tan modesta como ha sido siempre. Un gobierno estadounidense conducido por megamagnates de fortunas casi inimaginables en nuestra realidad común, no tiene en la dura y fría realidad motivos para preocuparse o interesarse en el presente y futuro de las repúblicas latinoamericanas. Ello explica el desdén por los inmigrantes del sur del continente y su negativa a aceptar no solo su papel en la economía tanto del país como de espacios cada vez más grandes, resultado de políticas económicas y sociales basadas en una ideología política superada por la Historia.

ESCRITO POR:
Mario Antonio Sandoval
Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.