A contraluz
Rehén de las cortes
¿Arévalo va a aceptar ser un rehén del pacto de corruptos o va a revertir con firmeza este reto?
Ya han transcurrido tres meses desde la toma de posesión de Bernardo Arévalo como presidente y todavía no se respira un cambio en la correlación de fuerzas. Más aún, se percibe a un mandatario a la defensiva, un tanto timorato, sin que haya podido responder a las expectativas de cambio de la mayoría de la población. El triunfo de Arévalo fue producto del hartazgo por el sistema de corrupción imperante y la manipulación del proceso electoral que hicieron Giammattei y sus aliados. Fue un quiebre histórico y el presidente debería entender que eso requiere estar a la altura de las circunstancias. Es cierto, el pacto de corruptos se ha recompuesto y está a la ofensiva, encabezado por la fiscal Consuelo Porras y los magistrados de las cortes de Constitucionalidad (CC) y Suprema de Justicia (CSJ). ¿Arévalo va a aceptar ser un rehén del pacto de corruptos o va a revertir con firmeza este reto?
No puede llamarse a engaño. Porras fue reelegida como jefa del MP gracias a que, en el 2018, la CC otorgó dos amparos que le favorecieron: uno, para sacar a jueces probos del proceso de elección de fiscal y, otro, para incluirla en la lista de aspirantes enviada a Giammattei. Todo un procedimiento definido para que continuara resguardando los intereses del poder oscuro. Entonces, es ilógico pensar que la CC pueda emitir alguna resolución en contra de su aliada. Es más, pareciera que los magistrados de esa corte trabajan en forma coordinada con el partido Vamos. La CC le ha dicho a Arévalo que no puede despedir a Porras, pese a que tiene el mandato constitucional para hacerlo. Y lo mismo hará con la consulta sobre la honorabilidad de la fiscal. ¿Cómo van a decir lo contrario los magistrados de la CC, si gracias a ellos Porras está al frente del MP?
Los magistrados de la CC en lugar de garantizar el orden constitucional emiten fallos a favor de la rancia partidocracia.
¿No son acaso los magistrados de la CC los que han permitido el manoseo del Tribunal Supremo Electoral, el cual tiene rango constitucional y no está supeditado a ningún organismo? Sin embargo, a la CC le valió un pepino tal situación y ha permitido que un juez ordinario del ramo penal, como Fredy Orellana, pase sobre ese tribunal. Ayer, como parte de ese libreto, la CC amparó en definitiva al partido Vamos para que los diputados de Semilla sigan como independientes en el Congreso. O sea, la CC no garantiza el orden constitucional porque su objetivo es mantener de rehén a Arévalo, para lo cual tiene maniatados a sus diputados, quienes no pueden llamarse bancada, presidir el Congreso, ni dirigir comisiones. Tampoco se puede confiar en los magistrados de la CSJ que, 50 días después de haber recibido una petición del Ejecutivo de antejuicio contra Porras, ni siquiera han entrado a conocerla. En cambio, sí han decidido seguir el trámite de antejuicio contra la vicepresidenta Karin Herrera, a pesar de que el MP desistió del mismo.
El tiempo avanza y si Arévalo no atiende las expectativas de cambio, poco a poco perderá su aprobación popular, lo que abonará a favor del pacto de corruptos. Si el presidente quiere responder al clamor de cambio, debe enfrentar al sistema de corrupción de frente; no hay medias tintas. Varios constitucionalistas señalan que el presidente no tiene impedimento para remover a la fiscal general por causas justificadas, lo cual está regulado en el artículo 251 de la Constitución. Agregan que cualquier otra disposición contraria a ese mandato debería considerarse nula ipso jure porque disminuiría, restringiría o tergiversaría lo dispuesto por la Carta Magna. Es lógico que el pacto de corruptos, incluidos los magistrados de la CC, peguen el grito en el cielo si se tomara tal decisión, pero eso dependerá del temple que tenga el mandatario para enfrentarlos. En el tapete no solo está la continuidad de este gobierno, sino evitar que los corruptos ahoguen la posibilidad de un cambio histórico para siempre.