Esta semana, del 16 al 20 de enero, se realiza la reunión anual del Foro Económico Mundial (el Foro) en el complejo turístico de Davos, Suiza. Acudirán 52 jefes de Estado, 200 ministros, cientos de directores de empresas y cantidad de funcionarios de organizaciones multilaterales y ONG; al menos 2,700 participantes y “representantes” de 130 países. Se espera el arribo de más de mil vuelos privados, de los que desembarcarán los líderes globales para abordar la flota de limusinas que los transportará al evento que será custodiado por cinco mil soldados suizos. Disertarán y conversarán sobre cómo reducir las emisiones contaminantes; en salones climatizados, protegidos de la nieve y frío de Davos. El tema este año es “Cooperación en un mundo fragmentado”. De una reunión de la élite de la ingeniería social con una agenda normativa que busca dar forma al futuro de la humanidad surgirán planes sobre cómo las sociedades deben conducirse para salvar al planeta.

Para los principales líderes y organizadores del Foro, la pandemia del covid no fue amenaza, sino oportunidad. En la reunión de 2020 el director y fundador del Foro, Klaus Schwab, declaró que “la pandemia representa una rara pero angosta ventana de oportunidad… el mundo debe actuar conjunta y rápidamente para rehacer todos los aspectos de nuestras sociedades”. Afortunadamente y por el momento, Schwab y el Foro no tienen el poder para hacer esto. Fue precisamente la visión y empoderamiento de líderes mesiánicos con la intención de rehacer todos los aspectos de nuestras sociedades, reinventar la civilización en acuerdo a su diseño, lo que provocó más de un centenar de millones de muertos en el siglo XX.

El Foro es financiado por grandes corporaciones multinacionales; una oportunidad para armonizar planes con jefes de Gobierno y organizaciones multilaterales. La pequeña y mediana empresa, el comerciante o industrial de a pie es irrelevante; son los grandes conglomerados que cuentan con la escala, poder y recursos para darle forma y adaptarse a la reglamentación y mandatos que proponen, por el bien de la humanidad. Durante la semana del Foro habrá numerosas charlas y grupos de trabajo; todos los participantes se sentirán incluidos. Las discusiones y decisiones importantes se realizarán a puerta cerrada entre los que pagan las cuentas y quienes hacen las reglas.

Uno de los temas más protagónicos será el cambio climático; nuevas reglas y acciones para mitigar la emergencia global. No habrá mención de datos que muestran que el riesgo, en personas por mil habitantes, de morir por un evento climático como tormentas, inundaciones o terremotos, es una pequeña fracción de lo que era hace un siglo (Lomborg, 2020). Otro tema central es la crisis por “el aumento en el costo de vida”, eufemismo para referirse a la inflación, provocada por las mismas élites que discutirán sus graves consecuencias. La crisis inflacionaria se discutirá en un salón, mientras en otro surgen propuestas para aumentar prohibiciones y reglas a la producción y competencia en aras de un mundo más verde y en detrimento de los países pobres.

“Vemos la colección de fuerzas políticas, económicas y sociales creando aumentada fragmentación a nivel global y nacional”, dice Schwab. “Para abordar las causas de raíz de esta erosión de confianza, necesitamos reforzar la cooperación entre los sectores de gobierno y negocios, creando las condiciones para una fuerte y duradera recuperación”. Abordar las causas de raíz está de moda. Reconforta saber que “se pondrá acento especial a género y diversidad en todas las sesiones”.