Juan Carlos Zapata
Reducir la pobreza extrema requiere inversión
Apostemos por esquemas más eficientes.
En 2006, el reconocido economista Dr. Jeffrey Sachs publicó su famoso libro “El fin de la pobreza: Cómo conseguirlo en nuestro tiempo”. El libro comenta que por primera vez en la historia nuestra generación tenía la oportunidad de acabar con la pobreza extrema de los países más necesitados del mundo, en países como Guatemala, por ejemplo. Pero, ¿cómo detener el círculo vicioso de enfermedad, endeudamiento y catástrofes naturales que mantiene en el atraso a tantas personas?
Sachs decía en ese momento que al año 2025 los países podían salir de la pobreza extrema, pero que esto requería una serie de inversiones y reformas en capital humano, infraestructura, políticas públicas que mejoraran el clima de negocios, así como recursos de capital intelectual. El mensaje del Dr. Sachs es bien poderoso para Guatemala, cuando 18 años después de que se publicó el libro, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2023), publicada en agosto de este año, nos dice que la pobreza extrema afecta hoy al 16.2% de la población guatemalteca.
¿Qué es pobreza en Guatemala? Según el Instituto Nacional de Estadísticas, la línea de pobreza general está por debajo de Q15,911.00 al año por persona en el área urbana, y Q12,700.00 al año por persona en el área rural. Asimismo, pobreza extrema se refiere al costo de consumir un mínimo de calorías. Para el año 2023, la línea de pobreza extrema en el área urbana fue de Q6,381.20 al año por persona y en el área rural, de Q5,781.50.
Las Alianzas Público-Privadas pueden mejorar la inversión pública.
Los departamentos con la mayor incidencia de pobreza extrema son Alta Verapaz, Baja Verapaz, Jalapa y Quiché. Los datos muestran que las personas sin estudios son las más afectadas por la pobreza, alcanzando un 68.0% de incidencia. En contraste, solo el 9.9% del total de las personas con estudios superiores se encuentra en condición de pobreza. Esto nos dice mucho de la importancia de la educación en nuestro país y lo importante que es mejorar no solo la cobertura, sino la calidad de la educación que reciben nuestros niños y jóvenes.
También resalta el uso predominante de leña en los hogares pobres extremos y no extremos, con un 97.2% y 86.9%, según corresponde. Esto nos dice mucho sobre la importancia de cambiar mecanismos de cocción a sistemas ahorradores más eficientes y generar procesos de concienciación de cambios que permitan a las personas acceder a mayores mercados. Esto se logra si existe mayor inversión en infraestructura donde el país invierte apenas el 16.18% del PIB, cuando en contraste países como República Dominicana invierten el 32.22% del PIB.
Regresemos a lo básico, perdimos mucho tiempo ya desde que el Dr. Sachs publicó su libro y sabemos que en Guatemala, con un nivel de escolaridad de 5.7 años, es imposible que salgamos de la pobreza y que necesitamos aumentar la inversión en infraestructura, mejorar el clima de negocios hacia la inversión y fomentar mayor competitividad, que ayude a las personas a cubrir de mejor forma sus necesidades básicas en transporte, agua y saneamiento, así como energía y sistemas de consumo dentro de la vivienda, en un proceso hacia una mayor urbanización.
Esto solo será posible si comenzamos a fomentar mayor eficiencia. No es solo de aumentar los recursos, sino cambiar la forma en que invertimos hacia contratos que promuevan sistemas más eficientes introduciendo conceptos de pagos por disponibilidad de servicios, que garanticen que lo que el Estado está invirtiendo, que es de buena calidad y que se paga solo si el servicio se está prestando en las condiciones requeridas.