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Red de corrupción, no de evasión

La estructura B410 no fue diseñada para evadir impuestos, sino para robar y “lavar” el dinero de los tributarios.

La supuesta estructura de evasión de impuestos que presentó la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) hace unos días y denominó B410, no fue diseñada para evadir impuestos, sino para robar y “lavar” el dinero de los tributarios. La evasión de impuestos fue simplemente una dejadez o avorazamiento de los corruptos que armaron la estructura. No se imaginaban que eso sería lo que serviría para descubrirlos.

El superintendente se guardó muy bien de hacer alguna acusación en ese sentido, bajo el argumento de que, como funcionario, solo puede hacer lo que le permite la ley, y, en este caso, la ley a él le permite perseguir a los evasores de impuestos. Pero como yo no tengo esa limitante, lo puedo llamar claramente como lo que es: una red de corrupción.

Sea por indolencia, arrogancia o por avorazados, no pagaron los impuestos y abrieron la puerta para que la SAT los identificara.

Con los datos que presentaron en la conferencia de prensa —que no han de ser todos porque algunas cosas no cuadran— puedo plantear varias hipótesis.

Lo más probable es que las “entidades” que le facturaron directamente al gobierno se utilizaron para robar esos fondos directa y completamente, por lo que, si realmente se investiga, se descubrirá que difícilmente se recibieron los bienes o servicios contratados, pero sí se pagaron. Eso nos lleva a que, según los números de la SAT, aquí se habrían robado Q73.43 millones entre 2021 y 2023. La posibilidad de esto se incrementa con lo descubierto por la SAT de que estas entidades no contaban con la infraestructura ni el personal necesario para cumplir con estas contrataciones.

De todas las demás transacciones llevadas a cabo, tanto por el grupo de “Top 16” proveedores del Estado como por las 5 constructoras, me parece que las “compras” que se hicieron a las entidades de la Estructura B410, no fueron realmente compras, sino el pago de “comisiones” —mordidas, coimas— a cambio, sea de los contratos o de que se les pagaran. El promedio de estas “compras” fue de un 8.24 por ciento de los contratos con el gobierno, por lo que es ingenuo considerar que tengan la finalidad de evadir impuestos. Fueron un pago por corrupción.

Si estas hipótesis son correctas, quienes estén detrás del esquema habrían robado en estas transacciones, por lo menos, Q513.23 millones a los tributarios. Una estructura tan elaborada tendría el fin de diluir y “blanquear” ese dinero. El grave error que cometieron es que, han de haber creído que, como la estructura solo la iban a utilizar unos años, y luego desaparecería, no era necesario que guardaran todas las apariencias y que pagaran los impuestos, así que, sea por indolencia o por avorazados, no los pagaron, y abrieron la puerta para que la SAT los pudiera identificar. La otra opción es que hayan sido tan arrogantes de creer que siempre estarían en el poder y que, entonces, no valía la pena preocuparse de esos nimios detalles como pagar los impuestos que le correspondían a cada una de las “entidades” usadas para el robo. 

No se percataron que se podría utilizar una estrategia similar a la armada para atrapar al famoso capo del crimen organizado en Estados Unidos durante la Prohibición del Alcohol, Al Capone, a quien se le capturó y condenó, no por los crímenes relacionados con el contrabando que cometió, sino por no pagar impuestos.

A este momento no sabemos a ciencia cierta quiénes estén detrás de esta red de corrupción, pero de lo que no hay duda es que formaban parte de la administración de Alejandro Giammattei. Difícilmente un esquema así se podría haber armado sin la venia del presidente, por lo que se puede inferir que él, por lo menos, estaba al tanto, si es que no era el mismo autor intelectual.

¿Será que el Ministerio Público utilizará la investigación que ya le adelantó la SAT para perseguir y lograr la condena de estos corruptos, o dejará que, simplemente, no pase nada y todo se quede como está?

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).

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