ESCENARIO DE VIDA
Recordando la trayectoria de mi padre, H. J. Nicol
Hemos dejado atrás el mes del padre, pero no puedo dejar de mencionar a mi progenitor,
' Mi padre demostró que ser empresario no significaba ser voraz y desalmado para con sus semejantes.
Vida Amor de Paz
Henry Nicol Elizondo, y la relación que tuvo con el primer presidente constitucional de Guatemala, Juan José Arévalo.
Mi padre fue labrando una carrera brillante como hombre de negocios, pero al mismo tiempo fue una persona compasiva, amorosa y gentil, quien, junto a mi madre, Amalia S. de Nicol, crio seis hijos con principios y fe en Dios: Henry, Roy, Linda, Tops, Wisdom y su servidora.
H. J. Nicol nació en la embajada británica en Managua, Nicaragua; de padre inglés y madre nicaragüense. Nuestro abuelo, Charles Edward Nicol, era en ese entonces el embajador británico en dicho país centroamericano. A los 8 años de edad a todos sus hijos los enviaban a estudiar a un prestigioso colegio en Londres, de donde mi padre salió con honores. A su regreso vivió corto tiempo en Nicaragua y El Salvador hasta que descubrió el país de la eterna primavera, enamorándose locamente del clima, los paisajes y su gente, por lo que se asentó definitivamente en Guatemala y no pasó mucho tiempo sin que conociera a mi madre y se casara con ella.
Aún patojo, y soltero, un día se encerró en un cuarto y pidió que nadie le molestara, pues se había empecinado en aprender a utilizar una de las primeras máquinas de escribir que llegaron al país. Ya experto mecanógrafo, al estar escribiendo más de 120 palabras por minuto, los vecinos hacían cola para que él les redactara y escribiese cartas a máquina, ya sea en inglés o español, cobrando muy bien por ello.
No pasó mucho tiempo sin que, junto a sus hermanos, fundaran la agencia Dodge, que se paró llamando R.A. Nicol. Sin embargo, siendo el mayor de los hermanos, les entregó a ellos el negocio por la recesión de la Segunda Guerra Mundial. Pronto le visitaron personeros del exterior de la marca Willys Jeep, por la reputación que ya se había ganado como pionero automovilista, quienes le vinieron a ofrecer la representación. Al decirles que no podía hacerles ningún pedido se negaron a marcharse del país, reiterando que no se irían hasta que él recibiese las credenciales como único distribuidor de la Jeep para Guatemala. Por tanta insistencia se puso su sombrero, tomó el portafolio y caminó varias cuadras hacia el Palacio Nacional, pidiendo hablar con el presidente Juan José Arévalo.
En menos de una hora el pedido estaba hecho y mi padre estaba listo para firmar como representante exclusivo de la Jeep y poco después fundó Agencias Nicol, S. A. Es así como mi padre conoció a Juan José Arévalo, y con el tiempo se hicieron buenos amigos. Él siempre decía que Arévalo había sido un extraordinario estadista, educador, político y diplomático intachable, y se identificaba a sí mismo como un “socialista espiritual”.
Mi padre, quien siempre fue un anticomunista a morir, vio en Arévalo a un hombre con principios y valores. Hablaba de él como un hombre sobresaliente, un gobernante fiel a Guatemala y “todo un caballero con ética y moral”.
Los principios y convicciones de ambos hombres siempre se mantuvieron firmes. Mi padre demostró que ser empresario no significaba ser voraz y desalmado para con sus semejantes. Sin embargo, al final de su vida, después de tener un gran revés monetario, nadie se compadeció de él, y muchos de sus dizque amigos le traicionaron. Mi padre murió un día de la madre, hace exactamente 49 años, y aún lo recuerdo como si estuviera con vida hoy. Mi padre es mi gran héroe, mi gran guía y mucho de quien soy yo es por el ejemplo que me dio.