El nuevo, sorpresivo y parcial plan puesto en marcha por el Gobierno no es fácil, es extremadamente peligroso, pero deberá prevalecer la actitud positiva de ciudadanos dignos, valientes, honrados y trabajadores que necesitan seguir viviendo, sacrificándose e impulsando el desarrollo del país. La amenaza e inseguridad radica en el repudiable accionar de supuestos ciudadanos indiferentes, enloquecidos e indeseables, grandes y pequeños, que siempre han manchado la dignidad e historia de esta bella nación. Algunos marcan su camino a prisión o cementerios.

Anhelamos que este importante proyecto obligado y urgente para la sana continuación de vida de ciudadanos dignos no sea una prueba, medida evaluativa con intereses ignorados, respuesta u oportunidad a la aborrecida actitud de guatemaltecos corrientes, políticos o poderosos anónimos que han causado mayúsculo daño moral y mortal a la patria y a sus habitantes desde hace muchos años, por intereses mezquinos, económicos y de imperio, en perjuicio de la colectividad sana y trabajadora que ama a esta bella tierra.

La ciudadanía está preocupada pero muy ansiosa por este mínimo reavivamiento económico, dañado por el repudiable coronavirus que contagia y mata a millones de seres humanos. Tan insólita acción continúa llenando hospitales y cementerios del mundo, por irresponsabilidad de algunas autoridades y gente desinteresada en cumplir estrictas medidas de seguridad. Algunos presidentes están respondiendo, aunque tarde, combatiendo tan mortal crisis. Esta medida, por supuesto, puede aumentar el peligro, por detestables acciones criminales de gente ignorante, interesada, indiferente, repudiable, indeseable y loca. Pero el resultado será positivo.

Natural preocupación existe en la población sana por tan prolongada pandemia, y ruega a Dios su pronto desvío, respetando los protocolos de manera estricta y legal, condenando con largos años de prisión, sin contemplación alguna, a infractores irrespetuosos de sus vidas, la de sus familiares y de la sociedad en general. Las autoridades tendrán que actuar pronto y con absoluta rigidez, cumpliendo con su deber ciudadano en bien de la población honesta.

El pueblo no puede morir, anhela seguir viviendo bajo el amparo celestial, con esta medida económica parcial y posteriormente formal; comercio, industria, transporte urbano y extraurbano, y pronto aéreo y marítimo; libre locomoción, circulación de vehículos sin restricciones de número de placas, clausura de cierres los fines de semana; ampliación de toques de queda, ahora de 24 horas, de la noche hasta las 4 de la madrugada del día siguiente; suspensión de estados de Sitio solamente en casos muy especiales; evaluaciones oficiales de resultados cada 14 días; trabajo del sector público y oficial en agosto, de 7 a 15 horas, y demás medidas que evitarán contagios, muertes, incertidumbre y tristezas por la partida de sus seres queridos. Existen disposiciones inadecuadas que deberán ser modificadas.

Gobiernos y habitantes de muchos países no respetan mínimas normas de protección. Gente caminando por las calles, visitando comercios y disfrutando en playas, balnearios, centros nocturnos y diferentes fiestas. Aquí ya tenemos imitadores multados y encarcelados. Mientras este programa alcanza una estabilización a corto o mediano plazo, continúan manifestaciones, fechorías, asesinatos, fiestas, accidentes viales, contagios, muerte, robos, extorsiones, indiferencia a medidas sanitarias, capturas y mucho más.

Los guatemaltecos que aman su vida deben involucrarse en este difícil pero no imposible proyecto de reactivación económica, para salir en breve de esta horrible pesadilla.