escenario de Vida
¿Quiénes son nuestros enemigos y quiénes son nuestros aliados?
Con el estado de Calamidad hubiésemos logrado un aumento del presupuesto para atacar los incendios.
Ante todos los incendios provocados que se han venido dando, me pregunto si realmente se trata de una maquinación bien articulada para que estratégicamente ciertos grupos de poder ganen terreno, en el exacto sentido de la palabra. Adivinar quiénes son estos grupos no es difícil, si escudriñamos los intereses de cada cual.
Quemar bosques para ocultar fechorías de forma ilegal parece ser la práctica de estos criminales. Luego invaden estas áreas y aducen que, como no tiene ya biodiversidad —porque se ha quemado—, se debe rezonificar y entregarse a gente sin tierras, hecho que sirve como fachada para que delincuentes y narcotraficantes se apoderen de ellas. Eso sin contar otro tipo de negocios turbios o, como ha pasado con la Laguna del Tigre, y que después de la gran deforestación se pretende descalificarla, cuando está considerada como la más importante de Centroamérica. Por ejemplo, al otorgársele a Perenco la prórroga en el 2010, se virló la ley para que siguiera la operación petrolera.
En su momento, la Corte de Constitucionalidad (CC) rechazó el amparo contra la prórroga solicitada por el diputado Aníbal García, pero quedó aprobada por medio del acuerdo gubernativo 214-2010. ¿Por qué? La CC resolvió que no había algún agravio al prorrogarla, y la SAT informó que la supuesta inhabilitación fue “un error administrativo” porque no se notificó y Perenco seguía habilitada. Más bien, da risa.
Estamos perdiendo nuestros bosques, nuestros lagos, nuestras lagunas y, por lo visto, estamos contaminando nuestro suelo y aire, ya sea por descuido, por desidia, por invasiones o simplemente por incompetencia. Estos últimos siniestros son la mano criminal de varios sectores y de seguir permitiéndose, un día viviremos en el país de la “eterna desolación”.
Estos siniestros son la mano criminal de varios sectores, por lo que un día viviremos en el país de la “eterna desolación”.
Quienes somos “amantes de los recursos naturales” vemos el peligro inminente en que se atente contra la integridad del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas (Sigap). Según una reciente reunión de ambientalistas, si se desarticula llegará una amenaza en dos planos principales: 1) el plano normativo que existe y ofrece protección legal al sistema, y b) el plano de la integridad física de las áreas protegidas que lo integran y que tendría su expresión en acciones de hecho en los territorios.
Una de las más agresivas amenazas es “la propuesta de modificación a la Ley de Áreas Protegidas”, que por ningún motivo debiéramos permitir. Con ello se alteraría su protección y quedaría en manos criminales nuestro patrimonio natural y cultural. En Petén, me refiero al Parque Nacional Laguna del Tigre, Parque Nacional Sierra Lacandón, Parque Nacional Río Azul y Parque Nacional Mirador; en Alta Verapaz, al Parque Nacional Lachuá; y en Sololá, al lago de Atitlán.
Las agresiones físicas ya han comenzado, a través de la deforestación, quemas, brechas e ingresos de ocupaciones, y la presencia de narcoactividad.
Con la débil presencia institucional y falta de recursos, quienes estén detrás de esta maquinación se encuentran felices, pues creen que con la modificación al Sigap o un gobierno sin recursos para detener los incendios lograrán su cometido. Esta ruptura de los ciclos ecológicos ocasionará daños a la salud, con nuevas plagas y enfermedades. Por ende, es imperante que se desanime de forma enérgica dicha iniciativa o lo perderemos todo.
Sres. diputados, al aprobar el estado de Calamidad hubiésemos logrado un aumento del presupuesto para atacar los incendios. ¿Cómo es posible que culpen al Estado de ineficiente, cuando nunca ha sido eficiente? El enemigo y la culpa será de Uds., por no atender el problema a tiempo y velar por los recursos que todavía nos quedan. ¡Defínanse!
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