Catalejo

Puente Nahualate da oportunidad al CACIF

El CACIF puede restaurar del paso en el Nahualate, porque sus pérdidas y la del resto del país serán cuantiosas.

Desde el martes, el paso del vetusto y poco mantenido puente Nahualate, en el kilómetro 136 de la carretera a suroccidente, se encuentra cerrado al tránsito a causa de daños estructurales derivados de descuidos de los ministerios de comunicaciones de varios gobiernos. Ya comenzó a significar serios efectos económicos e imposibilidad de paso a los peatones y conductores de vehículos particulares, porque como siempre pasa, la prioridad no es arreglar una obra de tanta importancia estratégica, sino discutir, acusar y ponerse de acuerdo sobre quién tuvo la culpa y/o quién debe pagar. Es una nueva tragedia en la movilidad terrestre del país y su solución debe ser inmediata y multisectorial.

El CACIF puede restaurar del paso en el Nahualate, porque sus pérdidas y la del resto del país serán cuantiosas.

La situación supera la jurisdicción de las municipalidades y la capacidad del gobierno, ahora mínima. Pero toda crisis es al mismo tiempo una oportunidad y en este caso toca al sector privado entrar en acción no para arreglar el paso por muchos años, sino de manera provisional. Con eso se soluciona parcialmente el problema. No conozco su precio ni cómo señalan los técnicos hacer lo necesario, pero sí evidentemente su precio es inferior al de las pérdidas de todo tipo por el tiempo de su cierre, en los llamados costos ocultos, medidos no solo en dinero, sino en el tiempo, parte de los contratos para transportar todo tipo de mercancías. La teoría, cierta, de la mejora de los servicios cuando están en manos privadas, tiene una excelente oportunidad de comprobarse.

El Cacif tiene representaciones de todas las entidades privadas y por ello puede actuar en un tiempo mínimo. La lógica hace pensar en la construcción de un puente de metal, tipo Bailey, diseñado para uso militar y por ello fácil de hacer. No sé si existen en Guatemala ni cuáles son las condiciones para adquirirlos, o si se pueden pedir a países cercanos como ayuda ante una tragedia de resultados cuya magnitud no está calculada, pero sí tiene nivel nacional, como ha sido el caso de otras interrupciones del paro terrestre, agrandadas por la lentitud de la reacción. El dinero privado no necesariamente debe ser una donación, aunque podría serlo, y entonces en la medición de costos se puede agregar otro: el de dos vías de acceso, una en cada sentido.

Estas vías de acceso pueden ser realizadas en muy poco tiempo. Dejarían pasar el tránsito vehicular mientras se arreglan o sustituyen primero ese puente y luego los situados encima de los numerosos ríos de esa zona del país. Las condiciones técnicas son cuestiones de ingenieros y expertos, mientras las ideas para buscar soluciones inmediatas son cuestión de aceptar el viejo dicho “en tiempo de guerra, cualquier hoyo es trinchera”. Esto lo tiene claro ese conglomerado de cámaras empresariales, entre cuyas tareas está la de divulgar esa acción, con condiciones decididas entre sus miembros y la contraparte del gobierno, beneficiado porque puede dar ayuda indirecta.

Las crisis despiertan las ideas, y a veces resultan en decisiones en tres vías: la del sector privado, la ciudadanía y el gobierno. Evidentemente, ya pasó el tiempo de exigirle al Estado cumplir con sus obligaciones sin el dinero proveniente de los impuestos. El motivo para no pagarlos es la corrupción y el latrocinio, asunto terminado al financiar de manera indirecta, segura de la falta de corrupción, porque el dinero afectado sería de los sectores posibilitados de realizar en corto tiempo la normalización de la vida del país. Esta forma de financiamiento es fácil de entender y el sector público no tiene motivos para rechazarlo, porque parte de su tarea también puede ser supervisarlo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.