LA BUENA NOTICIA
Prohibido dormirse…
Curiosamente, el verbo tan común “dormir” tiene un sentido reflexivo o reflejo, el cual, según los lingüistas, acusa al sujeto de la acción cuando “se duerme”. Es decir, en un contexto de cuidado, de responsabilidad, el “dormirse” no es moralmente bueno cuando se conduce un auto, se tiene el cargo de vigilar la seguridad de un ambiente, pero también cuando se cae en lo que precisamente es la característica de la cultura actual: en ella todo está respondido, previsto de tal forma que lo que más falta no son respuestas, sino preguntas. “Dormirse” y no cuestionarse, evadir la reflexión y la evaluación de la vida, son las características del “irresponsable” del cual puede decirse que “siendo autor de su adormecimiento es la víctima directa de sus accidentes” (J. González Moore, 1974).
' “Dormirse” y no cuestionarse, evadir la reflexión y la evaluación de la vida, son las características del “irresponsable”.
Víctor Hugo Palma Paúl
El mundo tiende a “dormirse” en cuanto desinteresarse del sentido profundo de los acontecimientos, al punto que “delega a ciertos guardianes” de la economía, la política, la sanidad, etc., el rumbo de las sociedades, pues es más placentero “dormir” que estar alerta, repetir los errores de la historia y no construir un futuro que, al final, depende del presente. En la Buena Noticia de mañana, inicio del tiempo fuerte del Adviento cristiano, la advertencia de Jesús va para este tipo de conciencias: él llama a lo contrario de dormirse, que es “vigilar” sobre los horizontes tanto de la historia personal como sobre el entorno. Hay indicaciones que son clarísimas para el Adviento del 2022, inicio del nuevo año cristiano 2023: 1) La ya mencionada moda de “adormentarse en lo mismo de siempre”, en el mecanismo ciertamente animal pero no humano de nacer, crecer, reproducirse y morir no está permitida al que cree en un futuro más allá del ciclo biológico. Se trata de “velar” contra el predominio del simple instinto, del “modus” o instante que pasa y creer que hay algo, o más bien “Alguien”, ante quien se es no un mero ser vivo, sino “ser trascendente” que va más allá del tiempo y del espacio.
2) La vigilia cristiana no se compone de “conciertos de adrenalina, de derroche previo a las fiestas de fin del año, tan concurridas con toda la fuerza de una pospandemia, después de todo incierta; la vigilia cristiana no es ante un evento posiblemente terrible de guerra nuclear, sino sobre las relaciones cotidianas con los demás, con la naturaleza y su autor.
3) Para el cristiano, la vigilia de Adviento implica el “comprometerse” en la marcha del mundo. “Siempre ha supuesto una gran tentación encontrar un sustituto a la acción que incumbe a cada uno, dejando que la responsabilidad de los asuntos humanos decaiga en irresponsabilidad por indiferencia, y esperar vanamente que el destino futuro sea bueno fortuitamente”, afirmaba Hannah Arendt (1906-1975).
4) Pero mientras vigila, el cristiano siente una presencia. Aquel al que se espera “ya vino una vez” para quedare para siempre. El Adviento no prepara una fecha solo del pasado, la Navidad de hace 2022 años; prepara una forma de presencia que será más intensa. “El Adviento sirve para vigilar sobre la cercanía de Dios… Él ya está en el hermano que no vemos, sobre el cual no vigilamos nuestra actitud… “Ven, Señor Jesús, líbranos de nuestra indiferencia y de nuestra mediocridad” (papa Francisco, 29/11/2020).
Que los múltiples medios que la fe pone para la vigilancia, desde la sencillez de la corona de Adviento, las posadas, así como la conciencia sobre la gravedad de las perversiones contra la justicia, la defensa de la vida, la protección al olvidado, la crisis climática, sean “despertadores” que impidan un plácido sueño de irresponsabilidad, acomodamiento e indiferencia, porque “aunque la última hora de la historia ya se hizo larga, sigue siendo la última” (San Agustín de Hipona).