Registro Akásico
Profecía del estrago
Declaraciones disparatadas socavan legalidad y el futuro nacional.
Vladimir y Estragón, dos mal vestidos, han ido a un camino donde se encuentran a la sombra de un árbol, Esperando a Godot, de Samuel Beckett *1906 +1989. Jamás sabremos quién es Godot. Mientras tanto, los personajes discurren sobre diferentes circunstancias, desde sus recuerdos, sensaciones hasta la incomodidad del momento, por los zapatos. Algo parecido a lo que vivimos. Los atentos a la política esperan que todo cambie, pero la administración pública no funciona. Se construye una cárcel de alta seguridad, pero la mitad de los delincuentes más peligrosos no son llevados allí, porque pueden burlar la vigilancia y empezar un motín.
La vida política del país es semejante al teatro del absurdo. Hay una espera irracional, sin claves explicativas, tanto en las acciones de gobierno como en los anuncios de acontecimientos por venir. El autor manifiesta humor negro en su obra. Parecido al talante popular nacional, donde se hace broma de la gran frustración de no encontrar un camino de concreción en la actuación estatal.
A veces, lo gracioso nace del ridículo. En una entrevista, una exministra de Comunicaciones, refiere su labor como efectiva porque revisaba puentes y carreteras. No contesta cuando preguntan si la paralización de la obra pública se debió a órdenes contradictorias del Ejecutivo. El entrevistador repetidamente insulta a su jefe como acéfalo, pero ella solo desea destacar haber laborado los domingos. De la misma manera, como sucede en el drama, no es posible encontrar sentido. Los diálogos de los personajes no permiten entender ninguna proyección vital fuera de la espera a Godot y la tentación de suicidarse invalidada porque calculan la poca resistencia de las ramas. De la misma manera, las razones de las renuncias de los funcionarios públicos se desconocen en todos los casos.
Urgente establecer la sensatez para conducir la lucha política apegada al respeto constitucional.
Falta racionalidad en las entrevistas políticas transmitidas en canales electrónicos. Hay una mayoría de archivos de video empeñados en mantener el estilo empaquetado bajo explicaciones contradictorias; pero los más cercanos al absurdo son los efectuados por políticos sin cargos estatales, pero felices de haber sido diputados. No han perdido su afán de figurar en la oposición, pero sin prescribir programas para solucionar carencias o impulsar acciones beneficiosas.
Los expresidentes transmiten entrevistas y declaraciones, anuncian revelar datos. Serrano Elías señala como autor de su caída a un empresario. Este, por su parte, remeda al tercer personaje de la obra, Pozzo, deseoso de que su ayudante Lucky sea eficiente, aunque usa látigo, generosamente ofrece a los dos protagonistas principales las sobras de un pollo.
Por el estilo, otros exmandatarios usan formatos de video, audio y fotos. Morales se queja de haber sido hostigado por EUA, pero no revela quiénes le sugirieron nombrar a sus colaboradores en cargos públicos, impulsores de ataques a su persona. Pérez Molina se lamenta de la injerencia extranjera para botarlo del cargo. Repetición de lo obvio, pero sin revelar circunstancias ocultas.
El país también está a la espera. Se anuncia la interrupción del proceso democrático. Como en el teatro, el equívoco sucede al suponer arribos, o confusión al observar a la distancia una silueta. Sin embargo, nunca aparece Godot. Aquí se está esperando un pronunciamiento antigubernamental. Son agoreros del golpe de Estado, consiguen ser replicados en las redes electrónicas de comunicación. El punto consiste levantar una quimera sin sentido. En nuestro país, como afirma uno de los personajes, Estragón: Todos nacemos sin razón. Algunos siguen igual.