Catalejo
Primer intento partidista para empeorar la LEPP
Los cambios a la LEPP no pueden ser sugeridos ni decididos por los politiqueros ocupantes de una curul en el Congreso.
La Unidad Nacional de la Esperanza ni siquiera esperó el fin del proceso electoral anterior para comenzar a fraguar cambios a 46 artículos, con seis transitorios, a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, LEPP, y los presentó el 12 de enero al Tribunal Supremo Electoral cuya decisión fue guardar silencio. Se conoció a menos de 24 horas de la presentación pública de las reformas sugeridas el viernes pasado por el TSE, de inmediato cuestionados, y llamó la atención por el tiempo perentorio para recibir la aprobación del Congreso, convertido en juez y parte. Por este motivo y la innecesaria premura para aprobarla, los cambios y alteraciones a la ley, en su conjunto, no tienen posibilidad alguna de ser positivos para la población y sí constituir retrocesos.
Los cambios a la LEPP no pueden ser sugeridos ni decididos por los politiqueros ocupantes de una curul en el Congreso.
Esta segunda propuesta fue anunciada por seis congresistas encabezados por un peón por 16 años de Sandra Torres, Inés Castillo, personaje pretendiente de crear un “partido” propio y cabecilla de una silenciosa campaña para conseguir apoyo dentro del Congreso. El jueves mismo surgieron en el pleno adhesiones verbales, algunas entusiastas, o al menos actitudes positivas a esta larga lista de propuestas negativas para los intereses nacionales, como era de esperarse. Los párvulos políticos con curul quieren demostrar fuerza, pero lo hacen en favor del progresivo deterioro de las instituciones y del remedo de democracia actual del país, con claros visos de empeorar por motivos diversos, causantes de la segura formación de una perfecta tormenta política.
El diputado Castillo se ha convertido en un hombre muy influyente. Al mismo tiempo, cabildea y hasta presiona por la aprobación de otras dos leyes: la de Libre competencia y la de precios de Medicamentos, dos temas levantadores de cejas por su complejidad e intereses, no todos legítimos. En el panorama político nacional casi nadie pone atención a otro asunto fundamental: la integración de las cortes, tema en el cual tuvo también participación en favor de Sandra Torres, aunque ahora con un divorcio politiquero, junto a Orlando Blanco, ahora alineados en su contra. Ese laberinto demuestra por qué apoyar cambios propuestos por Castillo no se puede explicar ni justificar. Los necesarios cambios a la LEPP, bien hechos, son positivos. Como han sido presentados, no.
Es fácil predecir un alud de otras proposiciones, imposibles de analizar siquiera por provenir del statu quo político, por ello con intereses creados, cuyo significado politiquero real es la eliminación de los aspectos positivos de la ley actual, para dejar y aumentar los negativos. Podría haber diez mociones distintas, por ejemplo. Al haberse impuesto una fecha arbitraria para el inicio de las discusiones en el Congreso, la tarea de revisarla por la variopinta e inepta comisión nombrada, sólo significará un alargamiento de esa fecha. Al comenzar la próxima campaña
un año antes, esto reduce aun más ese tiempo y da lugar a ilegalidades, amparos, dictámenes y sobre todo la intervención de las temibles y cooptadas Cortes Suprema y de Constitucionalidad.
Haciendo lo mismo, no se logran resultados distintos. Es imprescindible entender algo elemental para el ciudadano común, pero imposible de penetrar en la cabeza de los politiqueros: un cambio a la ley electoral, NO, y No, debe ser sugerida por la gente de los “partidos” actuales. La tarea corresponde a otros sectores —académicos, empresariales, sociales— y la tarea del congreso debe reducirse a la aprobación del texto de la ley, debidamente revisado en su lenguaje, para evitar equívocos y ambigüedades. El susodicho Inés Castillo tuvo el descaro de dar un plazo de dos semanas para la aprobación de los cambios por él propuestos. Un poquito el colmo… La LEPP, dadas las condiciones del país, no puede ser una serie de artículos mal escritos y puestos allí con la intención de beneficiar a quienes han llevado al país a la ruina donde se ahoga.