Pluma invitada

¿Primavera o invierno?

Es momento de que los guatemaltecos despierten.

Gracias a Javier Milei, Argentina ha implementado el “modelo de la motosierra”, cuyo propósito principal es reducir el tamaño del gobierno para alcanzar la prosperidad económica. Esta estrategia ya ha logrado frenar la inflación, situándola en niveles históricos bajos, marcando el renacimiento de un país que había tocado fondo. Por su parte, Donald Trump ha anunciado que, en enero, Estados Unidos iniciará su propio renacimiento con un enfoque similar. Ha anunciado la creación del Departamento de Eficiencia Gubernamental, liderado por el visionario Elon Musk, para optimizar los recursos públicos y reducir la burocracia. Solo este anuncio ha impulsado la bolsa de valores a niveles récord, anticipando movimientos interesantes en el horizonte.

Los guatemaltecos no podemos seguir siendo espectadores pasivos, mientras nuestro país es hipotecado y traicionado.

En contraste, en nuestra querida Guatemala, bajo el liderazgo de Bernardo Arévalo, la prometida primavera no solo no ha llegado, sino que parece haberse transformado en un invierno oscuro e incierto. Millones de guatemaltecos creyeron en la narrativa anticorrupción de Semilla, con la esperanza de un cambio hacia la transparencia. Sin embargo, antes de cumplir un año de gobierno, han evidenciado que la ambición de poder y venganza prevalece sobre las promesas hechas a un pueblo que, con esperanza, depositó su confianza en ellos.

En la noche del martes y madrugada del miércoles, la bancada de Semilla demostró que saciar sus propios intereses es más importante que trabajar por el bienestar de los guatemaltecos. Con un descaro sin precedentes, aprobaron medidas como la reforma al artículo 82 de la Ley contra la Delincuencia Organizada, abriendo una puerta enorme a la corrupción en los partidos políticos, exonerándose de delitos y permitiendo que estos partidos operen como vehículos de mafias e impunidad. Estuvieron dispuestos a vender a Guatemala para salvarse ellos mismos, traicionando la confianza de los ciudadanos y el mandato que prometieron cumplir.

El presupuesto presentado, el más grande de la historia, muestra claramente sus prioridades: un déficit fiscal superior al 3%, un 80% destinado a gastos de funcionamiento y pago de deuda, y solo un 20% destinado a la inversión. Mientras tanto, las carreteras siguen deteriorándose, no se generan empleos para los jóvenes, las escuelas carecen de mejoras, y los hospitales en el interior del país siguen siendo una deuda pendiente. Prometieron una primavera y ahora entregan a Guatemala un invierno con inflación, deterioro económico, altos precios de la canasta básica y deuda para las próximas generaciones.

Por ello, es momento de que los guatemaltecos despierten. No podemos seguir permitiendo que este tipo de aberraciones pasen desapercibidas. Ser un buen ciudadano no es solo votar cada cuatro años, sino también auditar las acciones de nuestros gobernantes y diputados y exigir que trabajen por el desarrollo y bienestar de la población. Las acciones recientes de Semilla y del Congreso deben generar indignación, repulsión y rabia en todos los guatemaltecos.

Hoy, lanzo un llamado directo al presidente Bernardo Arévalo: si realmente tiene a la prosperidad de Guatemala como prioridad, vete la aberración de presupuesto que fue presentada por su ministro de Finanzas y aprobado por su propia bancada en el Congreso. Vete la reforma a la Ley contra la Delincuencia Organizada que solo le abrió la puerta ancha a la opacidad en los partidos políticos. Usted demuestre que su compromiso con la transparencia y el desarrollo de Guatemala no son solo palabras vacías, sino una verdadera voluntad de cambio. Si su gobierno busca un renacer para el país, entonces debe actuar con determinación y valentía, frenando las medidas que solo profundizan la corrupción y dañan nuestro futuro.

Los guatemaltecos no podemos seguir siendo espectadores pasivos, mientras nuestro país es hipotecado y traicionado. Si no levantamos la voz, si no nos pronunciamos y exigimos un cambio, tendremos retrocesos que nos costarán caro como nación y será muy difícil rescatar a nuestra amada Guatemala. Señor presidente, tiene en sus manos la oportunidad de marcar una diferencia histórica: ¿será usted el líder que enfrente estos abusos, o será recordado como cómplice del invierno más oscuro que haya vivido Guatemala?

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