LA BUENA NOTICIA
Política y religión
La relación entre Jesús y las autoridades va alcanzando niveles de confrontación cada vez más fuertes hasta lograr su muerte. Su presencia, acciones y mensaje eran una amenaza para aquel orden económico, político y religioso, aunque no era esa su finalidad primordial, sino anunciar el reinado de Dios como la propuesta de una vida personal y colectiva digna y abierta a la trascendencia.
' Frente a las autoridades, Jesús no se deja enredar en “la malicia de sus intenciones” ni con la hipocresía de sus palabras.
Víctor Manuel Ruano
El evangelio de mañana, Mateo 22, 15-21, cuenta cómo conspiran en contra de Jesús el sector religioso más conservador, representado en los fariseos y sus secuaces, con los herodianos, representantes del sector político local y serviles del Imperio romano. Su fin es enfrentarlo con el pueblo y delatarlo ante el César, pero Jesús no se deja enredar en “la malicia de sus intenciones” ni con la hipocresía de sus palabras que trataban de sorprenderlo.
El relato plantea la relación entre el César y Dios, entre política religión. De la enseñanza de Jesús inferimos que la organización política de un Estado tiene su propia racionalidad o manera de proceder que debe respetar la religión, por eso Jesús les dice: “den al César lo que es del César”, pero no lo endiosen, no lo consideren un absoluto ni se arrodillen ante él. Recordemos que los gobiernos sin contrapesos en su dinámica y sin ética de quienes los integran se corrompen y oprimen a sus pueblos.
Es oportuno aclarar que la misión de la Iglesia no es gestionar la organización de la “polis” o sociedad. Su misión es religiosa, esto significa hacer inolvidable a Jesucristo, Evangelio de Dios; suscitar un profundo estupor ante la dignidad del ser humano y animar la vocación de todos a la fraternidad universal.
Su misión se concreta en voz profética, cundo están en juego la dignidad y los derechos fundamentales, así como la justicia e igualdad que postula el proyecto de fraternidad universal. Voz profética no solo denunciando de palabra la corrupción y atropellos en la organización política, sino presentándose ella misma como lugar donde se promueven la dignidad de todas las personas y fraternidad donde nadie es más que nadie.
Mario Molina, obispo de Los Altos, en la celebración de acción de gracias por la Independencia, al ofrecer su mensaje dijo que “la memorable sentencia de Jesús: ‘den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, no significa que el César y la política no tienen nada que ver con Dios y su Iglesia”.
Además, afirmó que “la separación del Estado y la Iglesia, cuando se interpreta como separación entre Dios y la política, solo lleva a la irresponsabilidad ética en política”, y enseguida puntualizó: “El Estado y Dios no son rivales entre sí, porque no están a la par. A cada uno se le puede y se le debe dar su lugar, su respeto y su honor. Pero el César le debe dar cuentas a Dios de su actuación”.
Ante la grave situación que vive Guatemala, el arzobispo de Los Altos, llamó a políticos y funcionarios del Estado para que nunca olviden “que deben dar cuentas a Dios de su gestión. Los ojos de los ciudadanos están puestos en los actores que intervienen desde dentro y desde fuera en el gobierno del Estado”.
También hizo un apremiante llamado “a la conversión a aquellos funcionarios públicos y ciudadanos que se olvidan de la ética en su acción política y administración pública”. En nombre de Dios, les dijo, “conviértanse de su ambición, de la búsqueda del poder para satisfacer intereses particulares y sectoriales; sirvan al bien común, mantengan la institucionalidad democrática”; dejen de actuar torcido, actúen rectamente. Dios, se los exige y les pedirá cuentas. Guatemala lo agradecerá”.