CATALEJO

Partidos políticos: crisis generalizada

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Los actuales sucesos electorales en Estados Unidos demuestran la crisis de los partidos políticos en la mayoría de democracias occidentales. Debido a la importancia de ese país en el esfuerzo mundial por sembrar o afianzar los valores de la democracia, la batalla más importante no solo es la defenestración de Donald Trump y las burdas ideas antidemocráticas representadas por él y sus seguidores fanáticos. La victoria del 6 de enero afianzó las instituciones políticas estadounidenses, pero evidentemente es muy posible la repetición de la batalla pírrica de los tiempos griegos. Al otear por todo el horizonte internacional, se evidencia la crisis de los partidos políticos a causa de quienes se han apoderado del poder político, aunque sea legalmente.

La larga vida de los partidos facilita en algo la supervivencia partidista, pero no es ninguna garantía. Unos ejemplos: el Partido Demócrata nació en 1828; el Republicano, en 1854. Los conservadores británicos surgieron en 1834, y los laboristas en 1900. En Alemania tienen una edad no mayor de 75 años. En Guatemala, por su parte, la multiplicación de hordas d politicastros han estado integradas, en una abrumadora mayoría, por analfabetos políticos funcionales o absolutos nescientes. Esta es una de las causas de la proliferación de decenas de partidos fundados desde el fin de los gobiernos presididos por militares: agrupaciones carentes de bases ideológicas reales, con un escaso par de excepciones. La integración del Congreso es prueba de ello, pero no la única.

' Los partidos políticos en casi todo el mundo están en crisis, causadas por la disminución de la valía personal de dirigentes y candidatos.

Mario Antonio Sandoval

Quienes analizan con base en la lógica más elemental, ven la necesidad de limitar la creación de nuevos partidos, lo cual será distinto según sean los países. En Estados Unidos, desde hace algunas elecciones comenzó un proceso de explosión de posturas extremas en las ideas generales de los partidos, lo cual, obviamente, exacerbó las contradicciones, hasta entonces dormidas en su urna de bosque, en espera de un príncipe para despertarlas. Pero llegó un verdugo… Por eso se mantienen muy elevadas las previsiones de acciones violentas, además de irracionales. La seriedad de la crisis y la posibilidad del derrumbe de un país que ya se percibe inestable obliga a actuar de manera serena, para intentar al menos convencer a los extremistas de pronunciarse con madurez.

En Guatemala, los diz que políticos cada vez dan más y peores ejemplos de hasta dónde van a llegar. En el Congreso existe un proyecto de ley presentado por algunos de los peores de ellos, para retorcer la Ley Electoral y asegurar la impunidad en forma “legal”. Estas son las “aspiraciones”: las donaciones no serán fiscalizadas por la Contraloría, no informarán de nada a las superintendencias de Administración Tributaria, de Bancos y de Telecomunicaciones, pero además podrán aceptar y no declarar donaciones, en especial anónimas; no estarán obligados a llenar registros de contabilidad ni presentar finiquitos. Es un caso claro de darle al ladrón las llaves. Con un par de excepciones no son partidos, sino burdas bandas delictivas dedicadas al pillaje incluso a costa de la vida de los ciudadanos.

La crisis de los partidos políticos se relaciona en todo el mundo con la paulatina desaparición de las cualidades personales de quienes ahora se apoderan de los gobiernos gracias al engaño de masas ignaras. Es una situación inédita, y cada vez es más clara la necesidad de aceptar el fin de esta etapa histórica, acelerada por la tecnología desbocada y el poder omnímodo otorgado a personajes políticos arteros, capaces de controlar al mundo gracias a una tecnología depositada cada vez en menos manos. Lo peor de todo esto es, acaso, la impotencia de emprender el arduo desafío de realizar cambios a las reglas, cuando quienes pueden hacerlo son los principales responsables de esta deplorable situación. La crisis de los partidos, aunque nos pese, ocurre en todo el desfalleciente planeta Tierra.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.