LA BUENA NOTICIA
Ómnia probáte, cum bonum tenéte
Es decir: “Pruébenlo —examínenlo— todo, quédense —decidan— lo mejor”, indica el Apóstol Pablo en 1 Tes 5,21 a una sociedad antigua, pero no muy lejana de la nuestra en cuanto “confusión de valores, personajes y posibles caminos” para organizar la vida y la comunidad.
Tal es el mensaje de la Conferencia Episcopal a pocas semanas de las grandes y graves decisiones electivas en cuyo ejercicio se jugará un futuro diferente, una Guatemala distinta, o bien el penoso “tropiezo con la misma piedra” que hace perder su sentido al estudio de la Historia como “maestra de la vida”. Claro, como bien decía el pensador libanés G.J. Gibrán (1883-1931): “Cuando te habla la razón, escucha lo que te dice y serás salvo. Haz buen uso de sus recomendaciones y serás como un hombre armado”.
Sin duda éste es el problema actual: buscar, aquilatar y optar por lo razonable, lo justo, lo bueno, o sea: apartar intereses personales —buscar pues, el “bien común”—, conocer y aceptar que hay historias moralmente inválidas —de quienes participan en el drama del crimen organizado, narcotráfico, etc.— rechazar aquello que claramente se opone a la vida auténtica y a los derechos verdaderos —si bien se pretendan como tales la negación de la vida del no nacido, o nuevas formas de familia contradictorias no solo a la cultura sino al futuro inmediato de la nación, etc.—.
El Mensaje episcopal toca ámbitos clave, vale repetirlo: 1) Buscar la capacidad real y la historia honesta de los candidatos; 2) Reconocer que sí existen ideologías —como la “de género”—, que contradicen no solo meras creencias religiosas, sino la naturaleza y la razón humanas, aunque grupos casi piqueteros las proclamen desde “comunidades” así determinadas por legislaciones foráneas; 3) Afirmar en primera línea el cuidado de la “casa común”, que arde en estos días cálidos por la advertida combustión de bosques centroamericanos prevista hace 40 años, pero también por la falta de responsabilidad comunitaria. 4) Retomar el avance genuino en las reformas legales y en la lucha contra la corrupción, de niveles tristemente intensos en este hermoso país y en más de la mitad del mundo.
' Una crisis puede convertirse en una oportunidad.
Víctor Hugo Palma
Quienes acuden a la “oración” para discernir entre lo evidentemente poco para escoger de estas elecciones —visite: www.votoconsciente.gt.com— hacen bien, pues ya lo decía M. Gandhi: “Uno debe cultivar la fina cualidad del discernimiento que va junto con el coraje y el carácter espirituales”. Pero ¡cuidado! con las invocaciones del “nombre de Dios en vano” o manipulaciones del mismo de las que ya decía E. Gibbon (1737-1794) analizando la caída del Imperio Romano: “La política entre ellos —los romanos decadentes— logró unir culto divino a lo conveniente, valiéndose de cualquier creencia para ser votados”.
Ante un ejercicio moralmente obligatorio de conocer, discernir y decidir con corazón puro como lo recomienda la CEG, valen las palabras de papa Francisco a la complicada sociedad del sur de Italia en el 2013: “Que la búsqueda de la solidaridad no instrumentalice a los necesitados… y ante la desilusión, resignación, los cristianos puedan discernir con esperanza, pues las crisis no son solo económicas, sino morales, ello más allá de la fácil solución de las ideologías… una crisis puede convertirse en una oportunidad”.