LIBERAL SIN NEO
Olas expansivas
El oficio de oráculo político-económico es precario, semejante al del astrólogo, con la diferencia que este último basa sus pronósticos en los movimientos planetarios, cuya regularidad es predecible. Los vaticinios que hacían los expertos a inicios de 2020 se tornaron irrelevantes con el advenimiento del virus en el primer trimestre de ese año. Los pronósticos hechos en enero para el año 2022, en el mundo y Guatemala, ya no aplican; la invasión de Rusia a Ucrania ha cambiado dramáticamente las expectativas económicas y políticas. Guatemala está distante, pero no tan aislada del conflicto y sus olas expansivas.
Una variable sensible es el precio del petróleo; lo que haga el mercado o gobierno de Guatemala, no tiene efecto alguno. El petróleo y derivados que se consumen en el país son importados y los precios se determinan en mercados internacionales. Los precios de la gasolina, diésel y gas han aumentado aceleradamente, en detrimento del bolsillo familiar. Los efectos se multiplicarán y dejarán sentir en los costos del transporte, en los precios de fertilizantes, alimentos y largas cadenas de valor que se relacionan a los combustibles, motor de la economía. El único recurso que le queda al consumidor chapín es quejarse; ya que exigir que el gobierno baje los impuestos a combustibles podría provocar, si mucho, rebajas simbólicas momentáneas que no detendrán la tendencia alcista de los precios.
' Guatemala está muy distante, pero no tan aislada del conflicto.
Fritz Thomas
Aproximadamente 30% del trigo que se comercia internacionalmente proviene de Rusia y Ucrania; sus exportaciones de granos se han detenido por falta de transporte y cierre de puertos. Pagos a Rusia se dificultan debido a sanciones financieras impuestas por EE. UU. y la Unión Europea; grandes empresas comerciantes internacionales de cereales han cerrado operaciones en Ucrania. El precio internacional del trigo en los mercados a futuro ha aumentado 50% desde la invasión. Esto se traducirá en efectos sobre los precios de las harinas, pan, fideos, concentrado para animales e incontables productos de consumo integrados a la cadena de trigo y causará presión sobre los mercados para otros cereales como maíz, soya y avena. Guatemala no produce cantidad o calidad de trigo que tenga impacto sensible sobre lo que consume; depende principalmente de su importación y precio internacional.
El conflicto bélico del otro lado del mundo ha exacerbado la ola de presiones inflacionarias que ya envolvían a la economía global por políticas monetarias y fiscales expansivas y la interrupción de cadenas de suministro, ambas derivadas de medidas tomadas por la pandemia. El gobierno y autoridades monetarias en EE. UU. realizaron masivas inyecciones de dólares por la vía del gasto público deficitario y baja artificial de tasas de interés—creación de dinero—provocando tasas de inflación no vistas en ese país desde hace más de cuatro décadas. Sobre esta situación, cayó el embotellamiento de las cadenas de suministro, la producción, transporte y distribución de insumos y productos terminados, provocado por el cierre de actividades productivas y limitaciones a la movilidad de bienes y personas. Los consumidores no observan directamente la escasez de micro transistores, por ejemplo, pero si se observa en los precios de automóviles, electrónicos y gran variedad de productos.
En cierta manera la guerra ha tenido el efecto de distraer la atención de las presiones inflacionarias causadas por malas decisiones de las élites políticas y mediáticas; ahora pueden culpar a Rusia. Quizás mi pronóstico sobre la inflación resulte como el horóscopo del día y no se cumpla. Ojalá.