pluma invitada

Obstáculos para mejorar la salud de la población

La falta de salud y bienestar es un problema social, económico y político.

A pesar de los grandes avances en tecnología médica e intervenciones de salud, mejorar la salud de las poblaciones sigue siendo un desafío. Las barreras para alcanzar mejores resultados de salud van más allá del acceso y la calidad de la atención médica, afectando las estructuras de gobernanza, la economía y los valores culturales. La corrupción y la ineficiencia, dos de los obstáculos más perjudiciales y extendidos, permean profundamente todos los niveles de la sociedad.

La falta de salud y bienestar es un problema social, económico y político.

La corrupción, ya sea a pequeña o gran escala, encubierta o abierta, se ha arraigado como el modus operandi de numerosos individuos, organizaciones y gobiernos. En salud, provoca servicios deficientes, desperdicio de recursos y desconfianza en las comunidades. Diversos estudios muestran que frena el progreso, afectando a poblaciones vulnerables. Cuando la corrupción se infiltra en los sistemas de salud, no es solo una falta ética; es un acto de violencia que priva a las personas de recursos esenciales para su bienestar.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que las ineficiencias representan del 20 % al 40 % del presupuesto en áreas como recursos humanos, medicamentos, hospitales, fugas de recursos y mezcla inadecuada de intervenciones. Sumando 40 % de pérdidas por corrupción en países como Guatemala, las cifras  alcanzan del 60 % al 80 % del presupuesto. Con pérdidas  tan altas (80 % por corrupción e ineficiencias) y presupuestos tan limitados (2.5 % PIB 2024 de 6 % recomendado por la OMS), mejorar la salud pública en Guatemala es casi un imposible. La corrupción debe considerarse un tema prioritario en salud, un determinante social y una barrera real para los objetivos de salud pública. Asimismo, aumentar presupuestos sin abordar la corrupción e ineficiencias solo proporciona más recursos para sostener sistemas ineficaces y preservar culturas de administración débil y corrupción institucionalizada.

Abordar la corrupción en salud es esencial, aunque complejo y peligroso. La lucha requiere valentía, dedicación y responsabilidad, pues todo lo que necesita la corrupción para triunfar en los sistemas de salud es personas buenas que no hacen nada al respecto. Las desigualdades socioeconómicas y los desequilibrios de poder político también generan disparidades en salud. Los grupos marginados, especialmente en áreas de bajos ingresos, enfrentan obstáculos como la falta de acceso a atención básica, vivienda segura, agua limpia y nutrición adecuada. Estos determinantes sociales impactan tanto como las intervenciones médicas, subrayando que la salud es un problema social, económico y político.

Mejorar la salud de la población requiere construir sistemas sólidos y transparentes que empoderen a las comunidades, responsabilicen a los líderes y garanticen un acceso equitativo. Los líderes deben enfrentar la corrupción e invertir en cambios estructurales que aborden las causas profundas de la mala salud. No solo se debe mejorar la eficiencia, sino también priorizar la equidad y la inclusión.

En última instancia, construir una sociedad más saludable requiere reconocer que la salud de una población refleja la gobernanza, la justicia y la equidad de sus sistemas. Sin abordar la corrupción, ineficiencias y desigualdades, cualquier avance en salud será precario, beneficiando a pocos y dejando atrás a la mayoría. Una mejora verdadera y duradera exige un compromiso con la integridad y la justicia, valores clave para crear sistemas de salud resilientes que sirvan a toda la población. Para más información, visite el siguiente enlace: https://revtecnologia.sld.cu/index.php/tec/article/view/1634

ESCRITO POR: