MIRAMUNDO
No hay peor ciego que…
Fortalecer la democracia y regirnos por instituciones fuertes no es promesa de campaña, es la forma diseñada para la convivencia pacífica. Más de 30 años de guerra nos deberían comprometer con este futuro. Somos fáciles para culpar a los políticos de nuestros males y esta posición es fácilmente digerible ante tanto abuso en el país de la desigualdad, pero veamos dentro de los otros factores de poder, y acá en estas líneas me refiero a la academia, al liderazgo empresarial y la iglesia católica, para podernos ver al espejo sin salir corriendo del reflejo.
Este mes se elegirá al Cuerpo Electoral Universitario y de él saldrá el próximo rector de la Universidad de San Carlos, el principal ente académico del país, con 344 años de historia. Para todos debería ser una excelente noticia saber de un decano de la Facultad de Humanidades, quien ha tenido a su cargo la pedagogía, las artes, las letras y la filosofía, que entre los más altos estándares aparezca como candidato. Si la Universidad de San Calor por fin realiza su reforma universitaria, las universidades privadas seguirán con la dinámica.
El decano de Humanidades está postulado, pero en su campaña hay derroche de dinero, sin indicar las fuentes, el ambiente de corrupción se huele a kilómetros, se organizan chupaderos y se cosifica a la mujer como estrategia. Si quien debe encarnar la sensibilidad más alta de la academia muestra todo lo contrario a lo que debe representar, lo único cierto es que San Carlos y, por ende, todos los profesionales y estudiantes pierden, sobre todo ahora que, además, vemos abogados cercanos al poder universitario hacer quórum con fundaciones cómplices de la violencia estatal en contra de la academia sancarlista y sectores populares dibujándose así la pérdida total de rumbo.
' Los empresarios agrupados deben revisar sus prioridades, sobre todo cuando hablan de estado de Derecho.
Alejandro Balsells Conde
Por otra parte, la Cámara de Industria y el propio Cacif salen con comunicados públicos condenando la visita de embajadores a una jueza de primera instancia y callan ante el embate a la carrera judicial (como concepto), y además mantienen un silencio bochornoso respecto de la investigación periodística mundial de cómo una empresa minera rusa compra voluntades para extraer recursos naturales al margen de la ley, destruyendo la organización comunitaria y el ambiente. Los empresarios agrupados deben revisar sus prioridades, sobre todo cuando hablan de estado de Derecho, competitividad y certeza jurídica. Esta actitud los hace lucir como cómplices del abuso.
Por último, los católicos debemos ver más para dentro de nuestras raíces que para fuera. Por ejemplo, si vamos a Santo Domingo o a San Francisco, en el Centro Histórico, encontramos grandes y bellas pinturas de mártires europeos; o bien la nueva basílica de Cayalá muestra a Escribá de Balaguer, pero ¿dónde hay algún recuerdo de quiénes fueron reconocidos por el Papa Francisco cómo los Mártires de Quiché hace menos de un año?
El reconocimiento de la santidad es para honrar los ejemplos. El 23 de abril del año pasado la Iglesia beatificó a tres sacerdotes y siete catequistas asesinados por su labor pastoral por escuadrones de la muerte, entre 1980 y 1991, y al parecer, por lo menos en la capital, no existe recuerdo u homenaje a estos modelos. Esto provoca desconocimiento de nuestra historia, pero sobre todo deja de construir comunidad, lo cual es clave para una iglesia viva.
Dejo, pues, tres ejemplos de cómo, académicos, empresarios y católicos vivimos sin aportarles a nuestros dirigentes alguna dosis de realismo y empatía, lo cual se traduce en factores de poder alejados de las verdaderas necesidades, pero a la vez nos evidenciamos nosotros mismos como aquellos ciegos que no quieren ver. El cambio empieza por uno mismo y su metro cuadrado.