De mis notas

Municipalidades y participación ciudadana

Caca, plástico, basura, robo y corrupción, el himno de los alcaldes chuecos.

El espectáculo es grotesco: chorros de caca, toneladas de plástico flotando en ríos y lagos; botaderos de basura clandestinos que emergen como hongos venenosos. Así es como los alcaldes, con su avidez de robar y mal administrar, marcan su territorio.

No podemos permitir la disfuncionalidad de los malos alcaldes. Ya llegamos al tope.

¿Por qué sucede esto si el Código Municipal (decreto número 12-2002) otorga un régimen autónomo para la administración local, bajo una supuesta democracia chapina educada y libre en la toma de decisiones?

La modernización y descentralización otorgan autonomía, pero con reglas claras. El artículo 2 establece: “El municipio es la unidad básica de la organización territorial del Estado y espacio inmediato de participación ciudadana en los asuntos públicos”. El artículo 5, Servicio a los intereses públicos, enfatiza la participación comunitaria, respetando las leyes.

¿Por qué es crucial este marco legal? Porque fomenta una participación ciudadana auténtica. Con respeto y argumentos basados en información científica y tecnológica actualizada, los gobiernos municipales pueden cumplir con su mandato. Es desolador admitirlo, pero el nivel educativo y la capacidad de los alcaldes son, en su mayoría, alarmantemente precarios.

Para empeorar las cosas, aunque el marco legal existe, no se cumple plenamente. La impunidad ha descendido desde el Gobierno Central hacia las municipalidades, y viceversa, como un fluido pútrido, evidenciado en la patética “elección” de gobernadores, un proceso plagado de corrupción y desvergüenza en ambas direcciones.

Esto afecta a los ciudadanos, quienes imitan complacientemente los comportamientos corruptos de esos pseudolíderes, ansiosos por gobernar solo para robar y no cumplir con la ley. En Guatemala, lo que “uno hace” es lo que realmente cuenta, mientras que lo que “uno dice” tiene un valor limitado. Este comportamiento corrupto e impune, sin consecuencias, perpetúa una “democracia de juguete”, una mascarada de libertad.

Así, el nuevo alcalde, operando en las sombras, desata sus ambiciones, robando y violando la ley, ignorando lo que manda el Código Municipal para proteger la vida de los ciudadanos, la salud y el entorno natural. Los recursos municipales se destruyen, porque se permite que la basura se tire en ríos, lagos, caminos y terrenos vecinos. Y el alcalde, con raras excepciones, incumple impunemente sus obligaciones.

De aquí surge la protesta y propuesta ciudadana, un llamado a la acción, una voz popular de “ya basta”. Es una propuesta propositiva, activa, multiétnica, multigeneracional, de todas las clases sociales que se comprometen a cambiar el rumbo de Guatemala.

Este despertar de una inteligencia colectiva, que estuvo adormecida, comienza a generar cambios de actitud y participación colectiva para cambiar el rumbo. De un país corrupto, sucio, contaminado y desordenado, a lo que realmente podemos ser. Sin miedo a proponer ni a denunciar, con valentía para exigir que se cumpla la ley, que una Guatemala mejor es posible.

Vamos a exigir a los alcaldes que cumplan con su mandato y que el robo sea cada vez más difícil. En cada municipio del país hay grupos de auténticos amantes de su tierra. Búscalos, no son partidos políticos, son movimientos cívicos que protegen la vida de los ríos, lagos y bosques. O nos involucramos o sigue el caos.

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.