Con otra mirada
Monumento al Bicentenario, engendro aún en pie
Artículos de prensa difundieron el rechazo y sentir ciudadano ante semejante ofensa a la conservación del patrimonio.
En 2009 diferentes países latinoamericanos solicitaron a la Conferencia General de Unesco apoyar la celebración del bicentenario de su independencia a partir de 2010. La idea promovía el diálogo, la paz, la diversidad cultural, la salvaguarda de su patrimonio cultural, natural e inmaterial, las lenguas autóctonas, el medio ambiente, del desarrollo sostenible, la democracia participativa y el respeto por los derechos humanos. Guatemala propuso hacer un análisis del Estado forjado doscientos años atrás, que aún no se consolida como institución rectora de la Nación y que el tema de la independencia trascendiera los conceptos obsoletos de símbolos patrios, asignaturas escolares y formación cívica que no han creado ciudadanos libres, conscientes de sus deberes y derechos.
Creí que emitiría un Decreto declarando el monumento al bicentenario nocivo a la conservación del centro histórico.
La municipalidad de Guatemala, tardíamente en 2021 e ignorando aquellos postulados, decidió celebrar la fiesta reconstruyendo el edificio símbolo de la colonia, el Real Palacio de la capitanía general del Reino de Guatemala en su original emplazamiento, actual Parque Centenario, frente a la Plaza Mayor. Pero el disparate no se limitó a la inconsistencia histórica, sino que lo sublimizó al inventar un engendro urbano y arquitectónico, fuera de alineación sobre una plataforma escalonada que jamás existió y una arquitectura que denigra el corazón del centro histórico, declarado como tal, debidamente protegido por la legislación vigente y un reglamento específico.
Semejante ligereza atentó en contra del esfuerzo de profesionales, académicos, legisladores y ciudadanos responsables que, en 1998, forjamos la figura legal del centro histórico de la ciudad de Guatemala, definimos su extensión y redactamos su reglamento bajo el patrocinio de la Municipalidad, Ministerio de Cultura y Deportes, Universidad de San Carlos e Instituto Guatemalteco de Turismo, unidos en la entidad RENACENTRO.
El primer reclamo fue del Colegio de Arquitectos con su manifiesto público del 9Ag2021, en el que sustenté mi denuncia, como ciudadano comprometido, ante el Ministerio Público del 11Ag2021. Siguió el apoyo de la Asamblea de presidentes de los Colegios Profesionales: punto de acta y comunicado del 7 y 21Sept2021. Artículos de prensa difundieron el rechazo y sentir ciudadano ante semejante ofensa a la conservación del patrimonio nacional y demérito a su identidad cultural.
Evidentemente, esa inconsecuencia histórico-cultural se sustenta en al menos dos hechos fundamentales: desconocimiento de la historia y trasnochada identificación con el conquistador. El primero es un padecimiento general debido al bajo nivel educativo. El segundo es una tara de la clase dominante enquistada en el poder, del que mental e inconscientemente cree descender, resultado del conocido Síndrome de Estocolmo; es decir, ver al opresor como un aliado y ejemplo a seguir.
Por este medio he mantenido activa mi denuncia, incluyendo el período gubernativo 2020-24, aún a sabiendas que, por su bajo nivel cultural, era clamar en el desierto. Por eso, al tomar posesión el nuevo gobierno, por el que la mayoría de electores guatemaltecos apostamos ante su formación académica y presunta honradez, hice acopio de mi inveterada ingenuidad y creí que entre sus primeras disposiciones, en los determinantes primeros 100 días en los que el funcionario muestra su capacidad de acción para el período entero, el Ministerio de Cultura y Deportes emitiría un Decreto declarando el monumento al bicentenario, nocivo a la conservación del centro histórico y una ignominia a los intereses de la Nación y ordenaría, sin más trámite, su inmediata demolición.
Cosa que no sucedió.
Así pues, seguiré esperando que el trámite de mi denuncia concluya su larga ruta administrativa y finalmente determine, en apego a la Ley, ordenar la demolición del mamotreto.