Catalejo
Milei: diatribas, decretos, logros, y entusiasmo excesivo del futuro
En Argentina hay un nuevo experimento político. Milei tiene triunfos pero talvez demasiado entusiasmo en sus decisiones.
Javier Milei, el personaje latinoamericano actual más notorio, despierta rechazo y admiración con igual intensidad. Analiza cualquier realidad desde la exclusiva óptica de la Economía, al pertenecer al grupo de quienes aplican en forma químicamente pura las teorías económicas, pero con exclusividad a una de las escuelas de pensamiento. Lucha por la Libertad, (concepto abstracto si no tiene un calificativo, un límite y un área). Acaba de terminar su primer año de presidencia, consecuencia de los innegables y gigantescos desmanes de la dinastía kirchnerista, y aunque con cierta moderación se mantiene su estilo rudo, injurioso, y parece no tener muy claro el alcance de los positivos efectos en lo macroeconómico, aún no directos para una población entusiasmada.
En Argentina hay un nuevo experimento político. Milei tiene triunfos pero talvez demasiado entusiasmo en sus decisiones.
En su discurso mencionó hechos y también deseos en planes y sueños. Anunció el fin de la recesión, haber pasado lo peor por sus decisiones, admitidas como un impasse de dolor y trago amargo peor a como esperaba, pero el país soportó la “dura verdad” de la encarcelada Cristina Fernández. Los efectos positivos “no los había hace 123 años” pero solo se sienten a largo plazo. El ajuste fue de 800 regulaciones menos y planifica otras 3,200 para hacer a Argentina el país “más libre del mundo”. Eliminó diez de los 18 ministerios, cien secretarías, y congeló el salario de los altos burócratas, despidió a 34 mil empleados públicos, eliminó los privilegios de los mandos sindicales, así como el ministerio de la mujer, fuente de persecución de adversarios políticos.
En los planes, anunció poner a trabajar a los presos, y combatir aún más la inseguridad. Hay derroche de entusiasmo irreal: anunció un TLC con Trump, quien “ya planifica el ministerio de
Desregulación con base al argentino”. Agregó tener solicitudes por US$11,800 millones en siderurgia, energía, tecnología y petróleo (habrá que verlo; ¿y el medio ambiente?). Argentina, indicó, es uno de los países mejor proyectados para los próximos cuarenta años y ya tiene un milagro económico… el Banco Central será cerrado y cada ciudadano utilizará la moneda según su decisión. Se invertirá en inteligencia artificial y en un plan nuclear argentino, ambos necesitados de cuantiosas inversiones en un país donde el
90% de los impuestos serán eliminados.
Como todo político, su visión deriva de cómo lo ayudan a verla sus allegados, pero el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial predicen un crecimiento del 5% en 2025 y, mientras, la pobreza afecta al 70% de los niños. Sus logros se deben a vetos presidenciales y decretos “de necesidad y urgencia”, lo cual hace a un lado al Congreso y Senado. Su grupo La Libertad Avanza se convirtió en partido hace poco, y el interés del mundo se mantendrá vigente. Sus acciones contra los politiqueros le ganarán apoyo en otros países, también cansados de esta gente y falta ver si los argentinos más afectados por medidas, aunque necesarias, las seguirán sufriendo antes del fin real de sus efectos. Sobre esto, las amas de casa son las mejores fuentes de opinión.
Es difícil analizar todos los detalles de la realidad argentina y su futuro por la aplicación de teorías como se ha hecho. En el mundo ya comenzó un cambio de época, fuente de ceder en los criterios de la democracia tradicional. Nuevas objetividades en todos los campos impiden esta forma de actuación, sustituyéndola con una en la cual, sobre la base de “el enemigo, el consejo”, se busque algo similar a la monarquía constitucional en vez de la absoluta, aplicada con una mezcla de las ventajas de ambas. Milei no puede ser apoyado o rechazado al cien por ciento, aunque se mantiene la vieja necesidad de la vigilancia constante, para evitar el totalitarismo, antesala de la dictadura. El apoyo actual puede desaparecer con la misma velocidad a su ascenso.