DESDE GINEBRA
Los subsidios a la agricultura
El Acuerdo sobre la Agricultura de la OMC es el marco que rige las políticas nacionales de comercio de productos agropecuarios y agroindustriales, a fin de lograr una competencia más leal y menos distorsionada para los agricultores. Siendo uno de los temas de la negociación sobre la agricultura más importante y político, ya que solo se pueden alcanzar los acuerdos en el ámbito multilateral.
' Dentro de la reforma agrícola está pendiente la reducción y eliminación de los apoyos internos.
Eduardo Sperisen-Yurt
En el 2015 se alcanzó el acuerdo de la eliminación de las subvenciones a la exportación de productos agropecuarios, lográndose un compromiso para la eliminación de la mayoría de las subvenciones para el 2030. Aún se puede hacer mucho para ayudar a mejorar la vida de millones de las personas más pobres del mundo y una de las primeras políticas a ser eliminadas deberían ser los subsidios agrícolas, que distorsionan los precios internacionales de los productos agropecuarios.
Los subsidios son malos para la mayoría de los agricultores de los países en desarrollo que dependen de las exportaciones de materias primas, y cuando los estados desarrollados reparten grandes sumas de dinero a sus productores nacionales, los precios mundiales de las materias primas caen.
Estos subsidios no solo desperdician una fuerte cantidad de dinero de los contribuyentes, sino que, al reducir artificialmente los precios de las materias primas, distorsionan el mecanismo de precios e impiden que lo productores obtengan el precio justo por su trabajo.
Eliminar los subsidios es difícil porque, generalmente, la gente asume que hacerlo perjudicará a los trabajadores agrícolas; sin embargo, veamos la experiencia de Nueva Zelanda con la reducción de la ayuda a su sector agrícola, que demuestra que los países no deben temer las consecuencias de deshacerse del proteccionismo.
El ejemplo de los agricultores de Nueva Zelanda que disfrutaban de altos niveles de apoyos gubernamentales es que, debido a una crisis presupuestaria, se eliminaron las protecciones agrícolas y se vieron obligados a competir con los productores internacionales. A pesar de las predicciones de que tal acción terminaría con la agricultura familiar y haría que un gran número de agricultores abandonaran sus tierras, solo el 1% de ellos se vieron obligados a abandonar el mercado. Los agricultores de Nueva Zelanda se adaptaron y comenzaron a explotar nuevos mercados. La productividad aumentó, los efectos distorsionadores del mercado provocados por la financiación del gobierno desaparecieron y, actualmente, el sector agrícola de Nueva Zelanda es dinámico e internacionalmente competitivo.
Los mercados libres mejoran la productividad y aumentan la prosperidad, como se vio en Nueva Zelanda. Los subsidios distorsionan los precios, hacen que la tierra se asigne de manera que maximice la capacidad de un agricultor individual para adquirir dinero del gobierno en lugar de hacerlo de una manera que haga que la tierra sea más productiva, y perjudican tanto a los consumidores nacionales como a los productores extranjeros.
Los países desarrollados deben ayudar a los productores eliminando los subsidios y simplemente permitir que el mercado funcione. Al hacerlo, sus propias economías serán más eficientes y millones de personas en todo el mundo serán más ricas, lo que en su conjunto suele denominarse “competencia de las exportaciones”.
Dentro de la reforma agrícola está pendiente la reducción y eliminación de los apoyos internos, que son más perjudiciales y nuestros productores deben competir en condiciones desfavorables, tanto en el comercio nacional como en el internacional. Vale la pena resaltar que la crisis alimentaria mundial que sufren los países actualmente complicará las discusiones en estos temas.