LA BUENA NOTICIA

Los santos y los difuntos inspiran nuestra lucha

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Mientras evocamos la memoria agradecida de amigos y familiares que se nos adelantaron en el camino de la vida y oramos por ellos, el pueblo guatemalteco, consciente de la realidad que vive, sigue, aunque en silencio, luchando por resistir la embestida de los corruptos que cooptaron el Estado y tienen a la población sumida en la extrema pobreza, hasta el punto de matar lentamente a niños y jóvenes, adultos y ancianos, cuya mayoría son víctimas de la dinámica corrupta que campea en nuestra patria.

' Los corruptos deben recibir con fuerza el “bullying ciudadano”.

Víctor M. Ruano

También los santos, esos hombres y mujeres, “de la puerta de al lado”, que encontraron en el Evangelio el verdadero sentido de la vida, nos inspiran en las luchas que hoy enfrentamos contra los corruptos que han propiciado esta sociedad empobrecida, desigual e injusta, para que ante esa dura realidad “no nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, inconsistente” (papa Francisco), sino sigamos caminando hacia la meta de una Guatemala incluyente y participativa, desarrollada integralmente y democrática.

En palabras del apóstol Pablo, esta capacidad de resistencia pacífica se traduce en “luchar bien en el combate”. En las circunstancias actuales del país, “el combate” es contra la clase corrupta que nos gobierna y el régimen de impunidad que nos tiene anclados en el subdesarrollo social, manoseando la dignidad del pueblo. En seguida afirma con gran convicción: “He corrido hasta la meta”. Esta convicción es la que deberíamos tener los ciudadanos para correr juntos hacia la meta de la justicia y de la equidad en un país con lacerantes desigualdades sociales que deja indiferentes en su burbuja de bienestar, como aquel rico epulón, a las élites político-económicas.

“He perseverado en la fe”, dice, para indicarnos lo valioso que es la perseverancia en tiempos de crisis social, actitud que se traduce en resistencia pacífica confiando en que Dios “no se deja impresionar por las apariencias” de los corruptos y de quienes detentan el poder, quizá legalmente pero no legítimamente. Esa confianza nos lleva a la certeza de que Dios “no menosprecia a nadie por ser pobre y escucha las súplicas del oprimido” (Eclesiástico).

Dios oye los gritos angustiosos de los pobres. Por eso no es neutral, sino que está del lado de los empobrecidos, inspirando sus luchas y animándolos en sus legítimas demandas. Detesta a los corruptos, aunque alienen sus conciencias con discursos religiosos “de prosperidad” que algunos líderes proclaman a los cuatro vientos.

La lucha contra los corruptos es ahora “la madre de todas las batallas”. Algunos jueces y fiscales están seriamente comprometidos en esa batalla, mientras la mayoría están del lado de los corruptos. Aquellos deben recibir el respaldo explícito y el afecto ciudadano, mientras que estos deben recibir con fuerza y sin misericordia el “bullyng ciudadano”, hasta que aprendan que la demanda de la población es estar del lado de la justicia.

Esa conducta hay que asumir contra los diputados corruptos de esta legislatura, que se soltaron como jauría de mastines y ahora están envalentonados con el fin de mantener el régimen de impunidad. La Cicig y la anterior gestión del MP sosegaron por un tiempo a la corrupta clase política y empresarial del país, pero ahora que la expulsaron y cooptaron el MP, vuelven a sus andanadas y están dispuestos a todo, pues se consideran intocables. ¡Hay de aquel que se atreva a cuestionarlos y llevarlos al banquillo de los acusados! A ellos nunca les interesó el país, sino sus negocios. Les viene del norte la dura realidad que vive la población a causa de la extrema pobreza y de un sistema de justicia diseñado para servir a los poderosos.

Los corruptos diputados empeñados en destituir al procurador de los Derechos Humanos, minando su institucionalidad, y esa Comisión de la Verdad anti-Cicig, violando lo resuelto por la CC, son ejemplos de la perversidad que llevan dentro. A ese proceder se suman la clase empresarial y hasta la CSJ, al haber retirado el amparo provisional.

ESCRITO POR:

Víctor Manuel Ruano

Presbítero de la Diócesis de Jutiapa. Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Fue rector y profesor del Seminario Nacional de la Asunción, Guatemala, y vicerrector académico Cebitepal, Colombia.