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Los que se toman el tiempo en corregir son amigos reales

La vida se compone de una serie de correcciones que logran que seamos lo que somos.

“Prefiero herirlos con la verdad, que matarlos con la mentira”. Juan Huss

A todo ser humano que llega a esta vida se le enseña en la niñez desde lo más esencial hasta las cosas que son más complicadas. Claro está que no todos somos iguales para poder aprender lo que se nos enseña; algunos con muchísima facilidad lo aprenden y a otros muchos les cuesta, pero finalmente van aprendiendo, pero todos reciben ayuda de quienes los rodean y difícilmente podríamos decir que se aprende sin la necesidad de la ayuda que otros nos brindan.

Los aduladores en esta vida no son necesariamente aquellos que están buscando nuestra superación.

La vida es un constante proceso de aprendizaje y debemos ser agradecidos con aquellos que participan en este proceso, ya sea con aquellos que tienen la obligación de enseñarnos y corregirnos como aquellos que dejan lo que están haciendo y se toman el tiempo de indicarnos cómo podemos hacer las cosas y en algunos casos nos ofrecen indicaciones que tienen perfil correctivo. Cuando lo aceptamos fácilmente, podemos observar cómo mejoramos nuestro trabajo y seguramente la superación llega a ser parte de nuestro diario vivir.

Claro está que la educación nos enseña que, cuando se nos indica algo, debemos ser agradecidos y eso es correcto. Por ello siempre tenemos que tener preparadas las palabras de agradecimiento para quienes nos corrigen, pero además debemos conservar una mentalidad de personas agradecidas dando el debido crédito en nuestro corazón. Cuando se nos pregunta cómo hicimos para llegar a donde estamos, deberíamos reconocer que hubo alguien que nos hizo el favor de mostrarnos que si corregíamos lo que estábamos haciendo, nos resultaría mejor.  Por darle la debida atención a la observación hemos mejorado.

Seguramente las personas que hacen la corrección no solo esperan que se les escuche porque de alguna manera se están arriesgando a que tengamos una postura negativa a su observación, lo que seguramente habrá de generar una incomodidad que normalmente se está queriendo evitar. Por ello, cuando se nos está corrigiendo, debemos de aceptar con respeto lo que se nos dijo. No sería extraño que si, se nos corrige algo y respondemos de forma negativa, las personas no vuelvan a hacer otra observación por el modo en que reaccionamos. Esto nos habrá de perjudicar seguramente a lo largo de nuestra vida.

Si nos tomamos unos minutos y analizamos lo que hoy somos y de dónde venimos y hasta dónde hemos llegado, habremos de reconocer que en nuestro caminar en la vida hubo personas bondadosas que tomaron el tiempo de decirnos algo o mostrarnos ciertas cosas que las tuvimos que cambiar. Gracias a las observaciones que nos hicieron hoy somos lo que somos. Posiblemente algunos no tuvieron el tino de hacerlo con el cuidado debido, pero la intención era ayudarnos y a ellos hay que darles el crédito.

Igualmente, nosotros debemos estar dispuestos para ver cómo podemos ayudar a aquellos que conviven con nosotros y si en algún modo podemos ayudarles a mejorar lo que dicen o hacen. Debemos acercarnos a ellos y, con el tino y respeto que corresponde, indicarles aquello que deben corregir para bien de ellos. Por ello, convivir es compartir la vida y buscar el bien de los nuestros como ellos probablemente lo estén haciendo con nosotros, e incluso si no lo hacen, nosotros sí debemos hacerlo.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.