La buena noticia

“Los poderosos los oprimen”

Nuevas cortes, pocas esperanzas para los pueblos.

Según los evangelios de estos domingos, Jesús continúa su camino hacia Jerusalén, lugar culminante de su Santa Misión Popular, consumada con la entrega de su vida en las manos de las élites dominantes de aquella sociedad que se precia de ser teocrática, pero que es vergonzosamente desigual, opresora y excluyente, porque sus jefes la gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos son opresores.

“Ustedes saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños”. (Jesús de Nazaret)

Mientras Jesús les recuerda, por tercera vez, lo que va a suceder con su vida, de sufrimiento y condena injusta, de muerte y resurrección, su círculo más cercano está interesado en ocupar puestos de honor y prestigio. Santiago y Juan encabezan esa lucha de poder, pero la ambición es de todos, pues “se indignan” ante aquella atrevida petición.

Esto le permite a Jesús cuestionar el ejercicio del poder opresor en las relaciones interpersonales, familiares, comunitarias y entre las naciones. La dinámica del poder la contrapone a la actitud del servicio y la fraternidad. La perspectiva “del reino no va por el camino de los ascensos, del prestigio, del honor, del poder. Va por la lógica del servicio, y en eso consiste la grandeza de la comunidad del reino. El que quiera ser el primero ha de ser el servidor de todos”. (Consuelo Vélez).

El poder económico, que hace de la riqueza una idolatría, fue denunciado el domingo pasado frente a aquel hombre rico, preocupado por acumular y nunca por compartir e invertir en los pobres. Ahora se denuncia el poder político, otra idolatría que deshumaniza y oprime a los pueblos. Los gobernantes y poderosos utilizan el poder para abusar y dominar con tiranía.

Estos poderes, económico y político, ostentados por las élites son los que finalmente se impusieron en el reciente proceso de relevo de magistrados. Ahora tenemos nuevas cortes, pero pocas esperanzas para los pueblos, porque el sistema de justicia está corrompido desde sus raíces y en toda su estructura. Sigue cooptado. Quienes lo han administrado no han mostrado su incondicional servicio a la justicia, más bien se han dedicado a fortalecer ese perverso régimen de corrupción para la impunidad, el gran legado de Morales y Giammattei.

Se esperaba iniciar el largo proceso para el rescate del sistema de justicia, pero ha sido otra frustración más para la ciudadanía, que seguirá observando, con impotencia y frustración, cómo se va imponiendo un sistema diseñado para favorecer a las élites económicas depredadoras, beneficiar a la clase política corrupta y coquetear con el crimen organizado. El sistema es eficiente para perseguir, criminalizar, encarcelar y enviar al exilio a quienes han tenido el coraje de “ver a los ojos al crimen” (JF Sandoval) y desenmascarar las redes de corrupción e impunidad señalando a los responsables en la esfera pública y privada.

Cuando el ejercicio del poder se orienta a la búsqueda de intereses mafiosos y de las élites, por encima del bien común, los pueblos van a la ruina y se empobrecen, caen en el subdesarrollo social y democrático, y en la más escandalosa miseria que deshumaniza a las mayorías.

En todo grupo humano, ya sea político o económico, religioso o eclesial, cuando alguien quiere dominar sobre los demás, el grupo se desmorona, pierde cohesión y unidad, capacidad organizativa e incidencia en la construcción de la nueva sociedad.

La ambición de poder que mueve a los discípulos es la misma que inspira a los políticos mediocres y a los poderosos sin escrúpulos de la sociedad guatemalteca. La llamada de Jesús es a cambiar de lógica tanto en la Iglesia como en el mundo: “el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos”.

ESCRITO POR:

Víctor Manuel Ruano

Presbítero de la Diócesis de Jutiapa. Licenciado en Sociología por la Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Fue rector y profesor del Seminario Nacional de la Asunción, Guatemala, y vicerrector académico Cebitepal, Colombia.