Las teorías conspirativas pueden seducir y tener adeptos; proponen que un evento o fenómeno es el resultado de una conspiración finamente hilada por poderes ocultos. El término también se usa peyorativamente para desestimar aseveraciones que se consideran sin fundamento o evidencia, poco serias, irracionales.

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) negó la inscripción para participar en las elecciones a Thelma Cabrera y Jordán Rodas, candidatos por el partido Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), brazo político de Codeca. El motivo aducido fue que Jordán Rodas carecía de finiquito. Es el caso que Rodas obtuvo finiquito extendido por la CGCG en diciembre 2022; el binomio del MLP fue proclamado el 6 de enero de 2023. Su sucesor en la PDH, Alejandro Córdova, presentó una denuncia contra Rodas y ese mismo día la CGCG hizo lo mismo. Acto seguido, el Registro General de Ciudadanos hace la consulta a la CGCG y resulta que el finiquito de Rodas carece de validez, ya que tiene denuncias y cuentas pendientes. En febrero el TSE y luego en marzo la CSJ, rechazaron recursos interpuestos para revertir la negativa de inscripción del binomio; la semana pasada el MLP apeló a la CC. Independientemente del finiquito o la opinión que se tenga de Rodas y el MLP, todo el episodio tiene aroma extraño.

El pasado 25 de mayo, la CC denegó amparo solicitado por Roberto Arzú, candidato del partido Podemos, dejando así firme la resolución del TSE de no inscribirlo como candidato presidencial. Como se recordará, el TSE había aprobado la inscripción de Arzú y poco después la revocó, tras declarar con lugar un recurso de nulidad presentado por el secretario general de FCN-Nación. El TSE descalificó a Arzú por realizar campaña anticipada en base a informes de la Unidad Especializada sobre Medios de Comunicación; es peculiar que el detonante fuera un recurso presentado por otro partido político, FCN-Nación. Al margen de lo que se piense de Roberto Arzú, la manera en que el TSE autorizó y rápidamente revirtió su inscripción, fue torpe.

El ascenso de Carlos Pineda, candidato de Prosperidad Ciudadana, fue casi tan rápido como su caída. A pesar de su historial como probable vicepresidenciable de Mario Estrada y la UCN, luego secretario general del partido en formación Cambio, promovido por Manuel y Jorge Baldizón, hijos de Manuel Baldizón; con una efectiva campaña de “reality show” en redes sociales, Pineda cultivó la imagen de cara novedosa y refrescante en el escenario político. En poco tiempo migró de Cambio a Prosperidad Ciudadana, le comió el mandado al supuesto untado del partido, fue proclamado candidato y se catapultó en las encuestas. El pasado 9 de mayo el partido Cambio presentó un amparo ante la Sala de lo Contencioso Administrativo en contra de Prosperidad Ciudadana, alegando que el partido había cometido errores en sus asambleas. La candidatura de Pineda y demás candidatos postulados por Prosperidad Ciudadana quedó en suspenso. Llama poderosamente la atención que las supuestas irregularidades en la asamblea nacional de Prosperidad Ciudadana no fueron detectadas de oficio por el TSE tan exigente de formalismos, sino que la combustión fuera provocada por un recurso interpuesto por otro partido, casualmente Cambio de Baldizón. Aquí sí el aroma extraño percute todo el ambiente.

Es posible que los hechos sean como parecen ser, sin conexión entre ellos, simplemente el curso normal de la ley que atrapa el incumplimiento en su red. También es posible que manos han movido los hilos, no necesariamente en concierto, pero igual suena a música.