Con otra mirada
Los accidentes y sus efectos locales
Pudieron hacer las reparaciones necesarias, pues tampoco se trata de una obra colosal de ingeniería.
Los accidentes, cualquiera sea su naturaleza, son impredecibles, de ahí su definición: Suceso eventual que altera el orden regular de las cosas; suceso eventual: hecho que ocurre sin previo aviso… por lo tanto, son inevitables.
Un vecino, harto de ver violada la intimidad de su casa, actúe en defensa propia y cause daño.
Sin embargo, hay acciones preventivas que pueden tomarse a fin de minimizar el riesgo de que ocurra un accidente, en función del conocimiento y experiencias previas. En términos automovilísticos hay medidas básicas: no manejar a alta velocidad, que las llantas no estén lisas, que el vehículo no tenga desperfectos mecánicos, que las luces delanteras y traseras funcionen, tanto para ver como para ser visto de noche; no conducir cansado, con sueño y menos aún, bolo, y un largo etcétera. En términos edilicios, no construir en márgenes de ríos, lagos y mar; en laderas, pendientes muy altas o terrenos inestables. En términos aéreos, volar sin visibilidad y deber atenerse a los instrumentos, sortear el paso por cañones con fuertes corrientes de viento; volcanes en erupción y, en particular, a baja altura sobre ciudades y conjuntos monumentales.
En febrero pasado fue noticia el accidente provocado por un cabezal con carga que se estrelló contra cuatro de las ocho columnas del puente que da acceso a la colonia Lo de Bran. El percance causó problemas en la movilidad vehicular en la vía hacia el sur, desde el Anillo Periférico y la 3ª calle de la zona 2 capitalina. Los daños sin duda fueron de consideración, por lo que las autoridades decidieron inhabilitar el paso sobre el puente. Seis meses después, la municipalidad capitalina anunció que el puente no será reparado, sino que se demolerá para hacer otro más amplio. Seis meses me parece mucho tiempo para anunciar lo anunciado. Eso implica, quizás, que en unos diez meses o un año y medio será rehabilitada la circulación vehicular en ese lugar.
Soy arquitecto, restaurador de monumentos, no ingeniero estructural, pero me parece que los daños, por serios que sean, son reparables. En los seis meses transcurridos para tomar la decisión de demolerlo y construir un puente nuevo pudieron hacer las reparaciones necesarias, pues tampoco se trata de una obra colosal de ingeniería, sino de una simple reparación, factible con un plan de trabajo de tres cuadrillas de operarios en turnos de 8 horas cada una, a lo largo de las 24 horas del día… A menos, claro está, que el meollo del asunto esté en que el monto de la reparación no sea un estímulo, como sí lo es demoler y construir de nuevo.
En cuanto a los accidentes aéreos, el 28Jul2024 un helicóptero volando a baja altura en La Antigua Guatemala chocó contra los cables del tendido eléctrico nacional sobre la aldea Santa Ana. Solo hubo daños materiales. Ni el piloto, autoridad eléctrica ni compañía aseguradora alguna se acercaron a registrar daños y, menos aún, a pedir disculpas a la población afectada. Algo parecido pasó en 2012, cuando otro helicóptero que transportaba fotógrafos del Inguat cayó sobre una casa, a una cuadra de San Francisco, dañándola. La aseguradora no se hizo responsable de los daños, supongo que en arreglo al derecho del poderoso caballero que es Don Dinero, para burlarse de la ley y de los guatemaltecos.
Espero que Aeronáutica Civil retome la prohibición de esos vuelos comerciales a baja altura, dictada años atrás, en atención a la calidad monumental de La Antigua Guatemala, y no espere a que un vecino, harto de ver violada la intimidad de su casa, actúe en defensa propia y cause daño a una de esas naves.