LIBERAL SIN NEO
Lo que descubre el voto
Hay novedad en el frente. A finales de abril circuló una encuesta mostrando un reacomodo en la preferencia por los candidatos presidenciales; ejercicio que quizás carecía del rigor técnico exigido, pero exhibía un cambio de tendencia. Los resultados de la encuesta encomendada por Prensa Libre a ProDatos parecen confirmar esta tendencia y modifican el panorama de posicionamiento. En semanas previas el tráfico de comentario y opinión en redes sociales anticipaba que el ahora aparente puntero hacía buen uso de medios digitales, proyectando videos y mensajes dirigidos a la medida de auditorios específicos. El valioso conocimiento de marca ha probado nuevamente ser frágil y vulnerable a la novedad; las herramientas de proyección de imagen han cambiado y es posible captar y capitalizar el humor de la gente con precisión y rapidez.
' La imagen y promesa del producto puede no corresponder a la realidad.
Fritz Thomas
En la sociedad humana hay diferentes tipos de procesos de competencia sana que afloran aptitudes y talentos; el paradigma aceptado es dar mayor legitimidad al éxito cuando se asocia con el mérito. El ideal democrático es que el más popular sea también el más apto, que el voto razonado es capaz de descubrir no solo lo que prefiere la sociedad, sino además lo que mejor avanza el interés social. Manuel F. Ayau, destacado y productivo guatemalteco, escribió que el voto es capaz de descubrir lo que opinan las personas sobre asuntos específicos en un momento determinado, pero no puede determinar la verdad o la justicia. En esta línea de pensamiento, obtener la mayoría de los votos resalta aptitud para obtener votos y no necesariamente mayor talento para articular políticas públicas convenientes o sanas. Otra dificultad del proceso político es el principio del singularismo metodológico en la acción humana; las personas escogen entre las alternativas que tienen y no entre ideales abstractos. En una elección política se escoge tan solo entre las opciones que están en la boleta.
Los candidatos buscan persuadir al votante de que han hecho el trabajo previo necesario para diseñar políticas concretas que consigan redireccionar condiciones y trayectorias en diferentes dominios en los que identifican problemas. La realidad es menos rigurosa. Todo trayecto está empapelado de carteles, afiches y rótulos publicitarios que contienen tres elementos básicos; foto del candidato, logotipo del partido y un lema o corta frase que los publicistas llaman promesa básica única (PBU). En la política, como en el mercado de productos y servicios, la imagen y promesa del producto puede no corresponder a la realidad. El consumidor en el mercado suele preferir lo que ya conoce porque reduce su costo de información. Probar algo diferente en el menú significa que usted tiene que incurrir en el costo de pagarlo para descubrir si le gusta; si escoge lo de siempre, el costo de informarse es menor, ya sabe lo que le espera. El proceso político es diferente del mercado con respecto al costo del error y la facilidad de hacer efectivo el cambio en preferencias por el descubrimiento de desilusión. El votante es racional, escoge lo que percibe que de alguna manera le beneficia, que va desde artículos, bonos y beneficios directos hasta afinidad en valores, ideas, emotividad y aspiraciones.
Por encima de la lista de ofertas, la aspiración es que los candidatos y eventuales ganadores pudieran brindar confianza en las instituciones, la percepción de que el gobierno es una fuerza para el bien y que el objetivo de sus actores es promover el bienestar de la población, no el suyo. El primer paso es liderazgo moral; necesario, pero no suficiente.