Pluma invitada
Llegó la hora de participar
Para cambiar nuestra situación, lo primero que debemos hacer es involucrarnos.
La frase “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo” es una gran verdad. El mejor ejemplo es nuestra política nacional, donde cada cuatro años elegimos a los mismos y nos decepcionamos porque no obtenemos resultados diferentes. Por supuesto, en la última elección elegimos un presidente distinto, pero poco puede hacer él, ya que el poder político y económico se concentra en el Congreso de la República. Lamentablemente, en la elección legislativa volvimos a votar por los mismos diputados y observamos que el circo legislativo sigue igual. Para definitivamente tomar control del destino de nuestro país y lograr un cambio duradero debemos actuar de una manera muy diferente.
Si somos proactivos obligamos al Congreso a reformar la Lepp para votar por nombre y no por listados.
No presentemos como excusa “es que se vota por listado”. Es la disculpa del inútil, del que carece de iniciativa, del que no puede tomar decisiones. Adicionalmente, “votar nulo o en blanco” es solo manifestar un descontento, sin asumir nuestra responsabilidad cívica. Es sencillamente una posición muy cómoda en donde le dejamos la responsabilidad de la elección a los demás y nos reservamos el derecho de criticar sin límite alguno.
Para cambiar nuestra situación, lo primero que debemos hacer es involucrarnos. Toda la corrupción que impera en Guatemala, la mala educación que se imparte en nuestras aulas, los problemas de salud que sufre la población, la pésima infraestructura vial… es porque no participamos y sencillamente nos resignamos. Somos como aquella persona que cuando va a un restaurante y le sirven una mala comida, se la come en silencio con tal de no pelear. Debemos aprender a luchar por nuestros derechos y que nuestros representantes en el Congreso los respeten. Vivimos en una república democrática y eso significa que es el pueblo quien tiene el poder. El poder de elegir a sus representantes y máxima autoridad, el poder de exigir el cumplimiento de las leyes, el poder de remover a los que no cumplen con sus obligaciones y el poder de enjuiciar a los corruptos. La mayoría de los guatemaltecos somos honestos y éticos. Es precisamente por ello que evitamos postularnos para un puesto público. No queremos arriesgarnos a ser absorbidos por la corrupción existente en el Gobierno, en el Congreso o en las cortes. Sin embargo, es necesaria nuestra participación para “hacer las cosas de manera diferente”.
Lo segundo que debemos hacer es evitar la práctica partidaria usual de “candidato que paga bien, se ubica en las primeras casillas y será reelegido”. Si somos proactivos, obligamos al Congreso a reformar la Lepp para votar por nombre y no por listados. Si no se logra, aún podemos depurar el Congreso en la próxima elección, apoyando únicamente a los partidos políticos que se abstengan de postular a candidatos de reelección en las primeras diez casillas de sus listados nacionales y distritales. De lograrse, estoy seguro de que muchos honestos ciudadanos se postularían para trabajar realmente a favor de sus representados. El TSE publicaría sus hojas de vida en su página web para conocerlos. Apoyaríamos las iniciativas como “Yo voto mejor”, de la pasada elección, para conocer aún más a los candidatos. Al momento de las elecciones, solo se consideran los listados sin candidatos buscando la reelección en sus primeras casillas, y si nos convence votamos por el partido que lo propone.
Es difícil, pero podemos depurar el Congreso de la República, incluso bajo la actual Lepp. No es la legislación quien lo hará, somos nosotros, la población que vota, quienes lo haremos a través del sufragio. Solo debemos participar activamente, analizar y emitir un voto pensado para cambiar.