META HUMANOS

Liderazgo: cuestión de actitud y aptitud

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Los desafíos del presente nos exigen a los jóvenes fortalecer cada vez más nuestras capacidades para liderar e inspirar a otros. En un mundo lleno de retos compartidos es necesaria la participación de diversos actores, de su disposición para trabajar en equipo y su apertura para activar la inteligencia colectiva, como camino para lograr hacer juntos lo que solos no podemos.

Una llave esencial para pasar de la inspiración a la acción es contar con personas capaces de inspirar y liderar la participación de todos. Pero, ¿qué los hace ser buenos líderes? y ¿cómo logran desempeñar un liderazgo efectivo?
La respuesta ha llevado a diversos escritores a redactar libros sobre las cualidades de los líderes y las claves prácticas para hacerlas efectivas. Tras leer varios libros y conocer a algunas personas que han sabido ejercer su liderazgo efectivamente, he comprendido que un “gran líder” se caracteriza por dos características esenciales: actitud y aptitud. La primera tiene que ver con el corazón y refleja nuestra disposición o ánimo para hacer frente a las circunstancias que se presentan; y la segunda tiene que ver con la mente y hace referencia a las capacidades innatas y adquiridas que nos permiten desempeñarnos de manera eficaz y eficiente. Ambos establecen una clara diferencia entre sí, pero son totalmente complementarios en la práctica.

El liderazgo efectivo no es solamente cuestión de aptitud, sino también de actitud, pues, en definitiva, influenciar y motivar a otros siempre requerirá de la mente y el corazón. En otras palabras, contar con las capacidades técnicas no es suficiente si no se posee la actitud correcta para emplearlas. De igual manera, la mejor actitud sin capacidad técnica tampoco basta. La realidad es que a nadie le gustaría llegar con el mejor médico del mundo para ser tratado con desprecio, ni tampoco ir con un abogado amable que por falta de conocimiento técnico perdiese su caso.

' Influenciar y motivar a otros siempre requerirá de la mente y el corazón.

José Caxaj Laguardia

Coincido totalmente en que para desarrollar un liderazgo efectivo es primordial enfocarnos en desarrollar nuestras aptitudes con excelencia. Sin embargo, no podemos pasar por alto formar en nosotros una actitud propositiva que permita hacer efectivas dichas capacidades.

La actitud siempre será el reflejo de la motivación y los valores que se tienen al momento de actuar, evidenciando la esencia del individuo y no solamente sus capacidades. Por ello, la tarea de orientar y aconsejar a otros en pro de la consecución de sus metas siempre requerirá de líderes coherentes, capaces de inspirar por medio de su ejemplo.

Un líder coherente es capaz de reconocer sus fortalezas y debilidades. Se enfoca en potenciar tanto sus aptitudes o habilidades técnicas como sus actitudes o habilidades blandas. Cuenta con un sistema de valores que contribuye a su ética individual, como una brújula que dirige su actuar, edifica positivamente su vida y crea en él o ella los cimientos necesarios para actuar sabiamente.

Ser un líder sobresaliente requiere de conocimiento, talento, motivación y decisión. Esto resulta clave para alcanzar un liderazgo que no solamente sea reconocido, sino más bien legitimado, recibiendo el apoyo de los demás sin la necesidad de imponerse.

El futuro traerá consigo nuevos desafíos que requerirán de nuevos y revitalizados liderazgos capaces de inspirar a multitudes en medio de épocas llenas de incertidumbre. Dependerá de nosotros los jóvenes, de los líderes emergentes, el tomar las decisiones correctas y diseñar un mejor futuro, comprendiendo que el trabajo en equipo es primordial y que un liderazgo efectivo es cuestión de actitud y aptitud.

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