Meta humanos

Liderar desde la energía femenina

La forma en que un líder logra influir versus inspirar a las personas no depende de que sea hombre o mujer.

Las organizaciones humanas, desde las familias y las comunidades; hasta las corporaciones globales y los sistemas de gobierno; todas sin excepción, son lideradas por hombres y mujeres, que influyen en ellas para trabajar en equipo y alcanzar sus objetivos.

Liderar equilibrando nuestras energías femenina y masculina es un don y un arte.

La forma en que un líder logra influir versus inspirar a las personas no depende de que sea hombre o mujer, sino más bien de los talentos y la energía vital desde la cual lidera.

Como lo explican Yeselis Hernández e Inés Huerta —consultoras en liderazgo—, al igual que tenemos hemisferio derecho y hemisferio izquierdo —uno enfocado en la creatividad y otro en lo racional—, también tenemos “energía masculina” y “energía femenina”, que, por sus características, nos orientan a actuar de una u otra forma.

La energía masculina suele dar más peso a la razón, al hacer, a la competencia y a la reactividad. Orienta el logro de objetivos desde el poder, enfocándose en el resultado, la competitividad y la utilidad.  Su estilo de gestión es más bien jerárquico, dominante y menos flexible.

La energía femenina suele dar más peso a la intuición, al ser, a la colaboración y a la visión de largo plazo.  Enfoca el logro de objetivos atendiendo también al proceso y al cuidado de las personas.  Su estilo de gestión es redárquico y busca promover confianza, responsabilidad, compromiso, integración y adaptabilidad.

Estas dos fuerzas energéticas coexisten, son complementarias y no puede existir la una sin la otra. Ninguna es buena, mala o mejor, pues ambas cuando pierden el equilibrio pueden expresarse de manera negativa y volverse destructivas.

Por siglos, el mundo ha sido liderado predominantemente desde la energía masculina, que, en estado de desequilibrio, ha generado sociedades jerárquicas, asimétricas, centradas en la productividad y las ganancias monetarias. Hoy, el mundo clama por liderazgos diferentes: más horizontales e inclusivos, centrados en el desarrollo integral y sustentable, capaces de responder a nuestros retos compartidos de manera sistémica e innovadora.

Contrario a lo que algunos podrían pensar, según la revista Forbes, el impacto positivo del liderazgo de mujeres conectadas con su energía femenina se evidencia en 6 aspectos vitales para la gestión organizacional del siglo XXI: 1) actitud de cambio sustentable, al tomar decisiones con la mayor cantidad de información y diversidad de puntos de vista posibles;  2) solidaridad auténtica, al administrar con enfoque humano que genera ganancias sin descuidar los beneficios sociales; 3) comunicación plena y activa para abrir e impulsar interacciones constantes, sin evadir los conflictos y potenciando la conciliación;  4) desarrollo organizacional colaborativo, potenciando a la persona con clara distinción entre objetivos, procesos, efectos y consecuencias; 5) capacidad de ajuste y mejora, por la apertura para aprender de los errores e innovar; y 6) equilibrio y bienestar en la gestión del tiempo entre trabajo, espacios familiares y personales.

Liderar equilibrando nuestras energías femenina y masculina es con, toda certeza, un don y un arte que podemos aprender a potenciar, y que nos permitirá cocrear organizaciones que, siendo eficientes y productivas, sean también más humanas, inclusivas y justas.

Para inspirarnos y animarnos a asumir un liderazgo diferente, basta recordar a Martin Luther King, Angela Merkle, Nelson Mandela, Jacinta Arden, o Jose Mujica, referentes históricos de nuestra historia reciente, que son ejemplo del poder transformador de liderar integrando también la energía femenina.

ESCRITO POR:

Claudia Hernández

Psicóloga clínica, especializada en conocimiento, aprendizaje y gestión del conocimiento. Actualmente es directora del Campus de la Universidad Rafael Landívar en Quetzaltenango.